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Alejandro Narváez / Cambios de gran calado (1 de 2)


El Perú necesita cambios de gran calado


La economía peruana ha sufrido un shock sin precedentes, producto de la pandemia, como jamás habíamos visto. Ha supuesto una disrupción de gran calado. Los esfuerzos realizados para apoyar a familias, trabajadores y empresas han tenido resultados mediocres, habiendo implementado según el MEF, el mayor Plan Económico frente al COVID en América Latina con medidas equivalentes a 142,272 millones de soles (19.82% del PBI) a diciembre de 2020.


Cifras al canto: Según el INEI, sólo en Lima Metropolitana a julio de 2021, la población desocupada y la no activa (no trabaja ni busca trabajo) alcanzó el 41.8% de la PEA (2019: 33.12%). La pobreza monetaria a nivel nacional llegó a 30.1% (2019: 20.2%) a diciembre de 2020. Durante el 2020 se crearon 235,447 empresas y han desaparecido 45,467 (19.32% de ese total), la morosidad global del sistema financiero según la SBS, subió a 7.25% en abril 2021 (diciembre 2020: 5.38%), etc. La pregunta es: ¿tanto dinero gastado, para qué?


Si bien, la economía peruana ha experimentado un rebote relativamente robusto en lo que va del año, su duración y sostenibilidad todavía son inciertas, pueden ser coyunturales. Los efectos de la pandemia serán persistentes y no se volverá a los niveles previos a la misma hasta 2023, en el mejor de los escenarios. No olvidemos, aun cuando se dé una importante recuperación, los retos a los que se enfrenta el país son de “una elevada trascendencia”, que ya existían antes de la llegada del virus y la pandemia los ha agravado.


A medida que desaparecen las restricciones y avance la vacunación, la recuperación económica cobraría mayor dinamismo. Las predicciones de algunos analistas como el banco de inversión Credit Suisse, (18 de agosto 2021) apuntan a tasas de crecimiento del 11% para 2021 y el MEF en su Marco Macroeconómico Multianual (MMM) 2022 – 2025, publicado el 25 de agosto último, estima un 10.4% para este año y un 4.8% para el 2022. Las cifras proyectadas en el MMM sirvieron de base para presentar al congreso el proyecto de presupuesto del 2022.


En dicho documento se estima un crecimiento del PBI promedio de 4.3% para el periodo 2022 - 2025. Con este nivel de expansión es improbable, reducir la pobreza en ese lapso al menos a los niveles de 2019 y recuperar el empleo perdido producto de la crisis. El crecimiento del PBI promedio entre 2010 – 2019 fue de 4.5% y la pobreza en ese mismo periodo, es decir, en 10 años apenas se redujo en 10.6%, a un ritmo anual de 0.99% (en un próximo articulo hablaremos sobre el presupuesto del 2022).



Respuesta desde las políticas públicas a la crisis

Lo dijimos más de una vez. El coronavirus ha puesto en evidencia que nuestro país nunca estuvo preparado para nada. Ha puesto al desnudo nuestras miserias más profundas. La bonanza económica del periodo 2001 y 2017 sirvió de muy poco, excepto para hacer millonarios a una pequeña élite codiciosa y angurrienta. La educación pública de calidad, la salud para todos, el desarrollo de la ciencia y la tecnología para tener industria propia, etc. les importó muy poco a los distintos gobiernos que se han sucedido a lo largo de los años.


Los desafíos de la economía peruana son de carácter estructural y exigen respuestas estructurales, basadas en un consenso amplio y con vocación de permanencia en el tiempo. La sostenibilidad de la recuperación a medio y largo plazo dependerá de cómo se atacan los problemas como la elevada informalidad de la economía, el desempleo y el empleo informal, la desigualdad creciente, la baja productividad, la corrupción, la masiva quiebra de familias y empresas declaradas insolventes, etc.


Para hacer frente a estos problemas, hacen falta reformas integrales y consensuadas y de gran calado. Hay que cambiar el sistema educativo de arriba a abajo. Otro aspecto importante es el mercado laboral que debe ajustarse a las nuevas realidades que surgen de la pandemia y la digitalización, y para ello es necesario modernizar el marco laboral existente, que favorezca la eficiencia y la productividad de la economía y la justa compensación de los trabajadores.


Por otra parte, nuestro sistema político es incapaz de encauzar con una lógica democrática, soluciones a los problemas estructurales del país. Los complejos problema sociales y económicos no se pueden abordar con demasiada simplicidad y menos con una confrontación visceral, como se ha visto en el reciente debate que se dio en el congreso con ocasión del voto de confianza solicitado por el ejecutivo. Creo que la política peruana necesita un reseteo radical y ahora. Una crisis inédita como la que vivimos demanda una respuesta extraordinaria, conjunta y con sentido de país.


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