La otra respuesta: la política fiscal expansiva. En política fiscal, los libros de texto de economía recomiendan planes de estímulo por parte del Estado o, al menos, dejar actuar a los llamados estabilizadores automáticos[2]. Por otra parte, la historia económica nos enseña que el Estado puede jugar un importante papel estabilizador en periodos de auge y caída de la economía (fluctuaciones o ciclos), es decir, enfriando la economía en épocas expansivas y recalentando en fases recesivas.
El riesgo hoy y en los próximos meses – quizás años - no es que suba el precio del dinero, ni mucho menos, sino que la economía siga cayendo aún más. Por tanto, es la era de una política fiscal activa que combine el estímulo de la demanda y del crecimiento potencial, la reducción de la desigualdad social y la disciplina fiscal a medio plazo como mínimo. Con las tasas de interés cero y por debajo de las cifras de crecimiento del PBI, el objetivo de la política fiscal ya no debe ser reducir el déficit fiscal y la deuda pública a toda costa, sino contribuir a la gestión del ciclo económico, mejor aún, ayudar a recalentar la economía y como dice Gregory Mankiw, profesor de la Universidad de Harvard, “hoy no es el momento para preocuparse de la deuda pública”. A la deuda pública hay que tenerle respeto, pero no miedo. Se trata de afrontar la crisis con la convicción de que resulta más útil actuar con los instrumentos económicos disponibles, incluso a riesgo de equivocarse. Sin embargo, cabe advertir, ello no significa despilfarrar recursos, ni abandonar las reformas de modernizaciones necesarias, en países como Perú.
La obsesión de algunos economistas con el equilibrio del presupuesto a toda costa, es ignorar las oscilaciones o ciclos económicos. Ya la Presidenta de la Unión Europea (UE) Ursula von der Leyen, acaba de anunciar de facto la suspensión de las reglas del Pacto de Estabilidad y Crecimiento económico. Lo cual significa libertad de sus miembros para gastar todo el dinero necesario para frenar los efectos de la crisis del coronavirus. El Pacto fijaba como tope en las cuentas públicas de sus miembros: déficit público máximo hasta el 3% del PBI y una deuda pública hasta el 60% del mismo indicador. Evidentemente, la flexibilidad presupuestaria no será suficiente. La inversión pública, será finalmente el motor que reactive la economía. ¿En qué sectores? Eso dependerá de las necesidades urgentes de cada país.
El aislamiento social que han impuesto los gobiernos en todo el mundo, es una forma de “frenazo repentino humano”, similar a los frenazos inesperados de los mercados financieros. De un momento a otro, lo que antes era normal deja de serlo. De la noche a la mañana, los clientes no aparecen en el restaurante o en los hoteles, se paralizan las fábricas, el comercio, los taxistas no tienen clientes, los vendedores de la calle sin ingresos, los agricultores sin clientes, etc. Para mitigar el impacto negativo de las medidas de confinamiento obligatorio, los gobiernos tienen que responder – algunos ya lo vienen haciendo –a ese frenazo repentino, con ayudas directas e inmediatas a: desempleados, trabajadores independientes, familias pobres y empresas principalmente, micros, pequeñas y medianas por lo general más restringidos al crédito.
Por ejemplo, Estados Unidos ha dispuesto un paquete de estímulo financiero de 850.000 millones de dólares para frenar el descalabro de su economía. La intención es inyectar hasta un billón de dólares como jamás se había hecho. La mitad de ese dinero iría directamente al bolsillo de los ciudadanos de ingresos bajos en cheques de 1,000 dólares. Por su parte, el BCE dispone de 750,000 millones de Euros con fines parecidos. Algo parecido viene haciendo el Gobierno de Vizcarra al destinar un fondo de 1,170 millones de soles para aliviar los hogares pobres o de extrema pobreza. Claramente, el monto es insuficiente y su cobertura muy discutible al usar el Padrón de Hogares administrado por el Sistema de Focalización de Hogares. Según el INEI el 20.5% de peruanos son pobres, es decir, 6,355, 000 peruanos. El bono de 380 soles no cubre ni el 50% de la población pobre.
[2] Los estabilizadores automáticos son aquellos componentes de los presupuestos públicos, tanto por el lado de los gastos como de los ingresos, que responden autónomamente a las fluctuaciones cíclicas de la actividad económica, suavizándolas o atenuándolas, sin que medie ninguna decisión discrecional por parte de la autoridad fiscal.
Análisis Efectivo
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