La minería es innegablemente uno de principales generadores de la economía y el empleo del país; sin embargo, actualmente existen cerca de USD60,000 millones en inversiones detenidas, debido a que las empresas mineras no llegan a obtener la licencia social necesaria. Las positivas experiencias de agricultura en acompañamiento de la minería han permitido avances para favorecer el desarrollo local, generando una convivencia armónica entre los actores.
Ante la percepción de la población de la falta de una presencia promotora efectiva por parte del gobierno nacional y subnacionales, se origina la búsqueda de apoyo económico, social y productivo, tocando las puertas de las empresas en sus zonas de influencia y muchas veces, no de forma pacífica.
La respuesta lógica y necesaria, es el desarrollo de la agrominería, una herramienta que genera paz social; es el mejor conductor, el “driver” para el desarrollo de las comunidades y para la reactivación del sector minería/energía. Agrominería significa entonces la búsqueda de oportunidades productivas en la zona de influencia, determinación de potencialidades, de necesidades de asistencia técnica y capacitación, así como el fomento de asociatividad y normalización productiva, de acuerdo a los requisitos de la demanda en los mercados locales, regionales e internacionales.
Hoy admiramos el comportamiento de las agroexportaciones, su crecimiento en los últimos años al doble del promedio mundial, colocando a Perú entre los primeros puestos a nivel mundial en varios productos (arándanos, paltas, quinua, espárrago), los que incluso en pandemia, se han mantenido en positivo. Corresponde ahora promover en los entornos de la llamada Agricultura Familiar, los cuatro elementos de éxito que han permitido a las empresas agro exportadoras avanzar exitosamente a nivel nacional y mundial: i) organización empresarial; ii) adecuada gestión de los recursos (recurso humano, agua y tierra); iii) uso y acceso a la tecnología (siembra, cosecha y postcosecha); y iv) mercados (cumplimiento de requisitos, para nuevas y mayores demandas).
El apoyo de la minería a la agricultura, no es un gasto; es una inversión, una estrategia doblemente ganadora. Es la mejor oportunidad de generar la adecuada convivencia de dos sectores que necesitan hoy más que nunca caminar dentro de los cánones de lo innovador y moderno.
Actualmente existen herramientas públicas vigentes y disponibles, que pueden apalancar mayores recursos para acompañar la labor de la agrominería. Desde MINAGRI: Agrorural, Agroideas, Programa de Riego; PRODUCE: Asociatividad, Desarrolló de Cluster, Innóvate Perú, sólo para nombrar algunas, han tenido relativo éxito en generar oferta. Por otro lado el MEF a través de Procompite inyectó recursos para fortalecer el acceso al mercado, como es el caso de la labor efectuada por Sierra Exportadora que de la mano de los Alcaldes Productivos generaron importantes avances en la comercialización de los logros de las cadenas productivas de quesos maduros, paltas, granadillas, lana de camélidos sudamericanos, trucha y “berries” entre otras, contrastados con indicadores en ventas, generación de empleo e inversión local.
Hagamos que la alianza de la agricultura con la minería sea un elemento detonante positivo en la recuperación post pandemia. En Perú existen 16 regiones mineras, con cerca de 200 distritos en zonas de influencia directa y 700 en zonas de influencia indirecta.
Las cosechas de este esfuerzo tienen desde ya compradores. Los mercados locales, los de las grandes ciudades del país, la eventual alianza con las empresas exportadoras que requieren de mayor oferta para atender la creciente demanda mundial de alimentos producidos en nuestras tierras y que gustosamente brindarían apoyo en asistencia técnica para generar colaboración en maquila y comercialización de esta nueva oferta productiva, que será fruto del entendimiento y de una actitud positiva de nuevos tiempos, que nos permitan seguir construyendo un país más justo e inclusivo.
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