La salud es un buen negocio... ¡Salud!
Cuando los chicos aún vestíamos pantalón corto, allá por el mediodía del siglo pasado, las tiendas de la esquina eran “los chinos Felipe” y las farmacias no se llamaban drugstores o boutiques y eran simplemente boticas, donde uno podía y encontrar lo que usted pudiera o no imaginar. “De todo como en botica” ... era un dicho popular en aquel entonces y en los cuales el boticario preparaba sus mejunjes, con deleite de alquimista, detrás de los vitrales de su sacrosanto altar-factoría de sus misteriosas y milagrosas pócimas curativas.
Toques de nitrato de plata para unas amígdalas arreboladas (había que encoger la lengua para mantenerla intacta), o también para quemar una verruga. Agua de azahares para el susto o mitigar ansiedades. Cucharaditas de rábano yodado para esas toses irreverentes. Vermífugos impasables para todo tipo de parásitos intestinales, amén de su purga mensual y sus lavativas jabonosas para tiempos de pujo y estreñimiento. Enjuague de ojos con ácido bórico disuelto y “dimetilafenolamildimetilpirasolona” u otros adenda para todos los males que nos aquejaban.
Pero era una época donde el cáncer no existía, el sida no era un flagelo, el Covid ni se imaginaba, el estrés aun no inventado y la terramicina que se aplicaba directamente con un humilde y barroso emplasto. Época donde uno iba al doctor cuando realmente estaba enfermo (y esto era rarísimo) para luego acudir a la botica con su receta de reglamento a deleitarnos con las mágicas preparaciones o asustarnos cuando la misiva incluía una intramuscular de “irgapirina” o similares aceitosos administradas con unas jeringas con agujas casi de arriero.
Parece que el devenir de los tiempos y deslumbrados con los avances científicos y tecnológicos que nos han hecho creer en la omnipotencia de los fármacos modernos, fruto de síntesis y/o combinaciones químicas y/o genéticas capaces de curar inmediata y mágicamente todos los males del mundo moderno. Una especie de Mundo Feliz pronosticado por Aldous Huxley, décadas atrás.
Ahora resulta que gran cantidad de personas “no puede vivir” sin ingerir periódica y metódicamente sus dosis medicinales. Y digo yo, sin entrar en hipocráticas y doctas disquisiciones, que muchas de estas drogas, en su mayoría administradas con receta y con la complacencia de medio mundo, generan mayores estragos que beneficios para la salud. Y lo que “en ilo tempore” fue un consumo esporádico y exclusivo para cuando era de necesidad real; se ha convertido ahora en la “panacea de cada día” sin el cual no “arrancamos” o no podemos permanecer en la brega, (o en la braga.). Uno tiene una enfermedad, normalmente pasajera y curable, y no se es un enfermo consuetudinario. Cuidado con los verbos. Verbigracia: Se tiene hipertensión, no se es hipertenso.
Esta búsqueda ansiosa de la vida perdurable y las fuentes de la juventud, agravada con el consumo de medicinas o vacuRNAS, no bien investigadas, probadas o desechadas en otras partes del mundo nos esta llevando a una vorágine sin final, en la cual los únicos que salen “¿ganando?” son los traficantes de la salud enceguecidos por un excesivo lucro económico, esperemos de muy corto plazo.
Y que lo diga alguien que, por error farmacológico, enterró a su padre en pleno uso de sus facultades físicas y mentales por una oclusión respiratoria provocada por unas inofensivas gotitas para los ojos que producían “falso crup”. Que hace que la garganta y las vías respiratorias superiores se hinchen y se estrechen. También se le conoce como laringotraqueobronquitis. Este medicamento desechado en el norte, sigue siendo bueno para los infrahumanos del quinto mundo. O que gracias, (desgracias) a la Thalidomida (1) (aún en uso) mi prima provinciana parió una hermosa niña sin brazos, porque su flamante esposo medico recién graduado en USA, le administro esta nueva maravillosa droga que eliminaba las náuseas en el embarazo. ¡salud!
Referencia:
(1) La talidomida es un fármaco desarrollado por la compañía farmacéutica alemana Grünenthal GmbH y comercializado de 1957 a 1963 como sedante y como calmante de las náuseas durante los tres primeros meses de embarazo, causando miles de casos de malformaciones congénitas.Wikipedia
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