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César Ferradas / ¿Una nueva “revolución verde”?


La producción limpia


La producción limpia o ecológica nos llega ahora como una ola vertiginosa dentro de la vorágine de la Globalización. Y nos hace avizorar cambios en las relaciones y en las reglas del comercio internacional. Los nuevos mercados foráneos, más exigentes y refinados, demandarán cada vez mas únicamente productos que cumplan no sólo con normas de calidad muy estandarizadas sino también que provengan de “producciones más limpias” en un sentido mucho más amplio.


Algunas de las características de estos “productos verdes” son fácilmente perceptibles tales como la mejora de procesos, el uso de equipos no contaminantes, el tratamiento de residuos tóxicos, etc. Otras, sin embargo, serán más difíciles de percibir por no ser tan obvias; como aquellos conceptos de medición mucho mas sofisticados tales como el “Corporate Environmental Image” (CEI) o el “Social Accountability” (SA) que apuntan hacia el análisis del ambiente social en el cual fue desarrollada la producción.


Es así que nuestros empresarios, sobre todo los exportadores, tendrán que ajustarse a estas nuevas leyes del mercado y buscar ser competitivos dentro de este nuevo concepto de “producción limpia”, ya que de no hacerlo no podrán incursionar en los mercados internacionales. “Guerra avisada no mata gente” advierte uno de los impulsores de esta corriente.


Tal vez la pregunta que comenzarán a hacerse ahora nuestros empresarios es sobre la forma en como afrontar estas nuevas demandas de los mercados mundiales. ¿Qué costos están involucrados? ¿Qué entrenamiento será requerido? ¿Dónde pueden recabar información al respecto? ¿Existen expertos o técnicos capaces de apoyarlos?


Sin embargo, estas encomiables iniciativas y preocupaciones están muy “sesgadas” a la mejora y cambio en los procesos y operaciones para lograr ser más eficientes “ecológicamente” y por ende más “eco-rentables”. Es decir, buscan fundamentalmente una rentabilidad mediante la eficiencia tecnológica de las actividades internas de las organizaciones que a la vez conlleve a forjar una conciencia futurista en los productores nacionales.


Algunas reflexiones sobre este tema – mas allá del aspecto puramente tecnológico y productivo -pueden llamar nuestra atención hacia perspectivas que podrían tener influencia en nuestras relaciones comerciales internacionales y a un cuestionamiento adicional por parte de nuestros empresarios y también de nuestros legisladores; ya que muchas de estas aristas de la “producción limpia” analizadas desde la perspectiva de la “Noicazilabolg” (*) y en un contexto histórico podrían devenir en nuevas “recetas” del Norte para cautelar sus propios intereses comerciales.


Si el proyecto no toma en consideración la regulación y prohibición de ingreso de sustancias contaminantes (amianto, pesticidas, ingredientes de determinadas industrias, etc.) cuyo uso esta desechado en los países industrializados, solamente pretendería regular el ingreso de productos nacionales de esta naturaleza a sus regiones, protegiendo a sus propios consumidores y no necesariamente a los nuestros.


Podría adicionalmente, de otra parte, convertirse en una “barrera ecológica” para obstaculizar el ingreso de nuestras exportaciones o gravarlas con un concepto de “costo social” para equipararlas a los costos de producción foráneos y a sus estándares de calidad. Un poco seria una nueva versión de las “barreras para-arancelarias” referidas por Mario Bunge.


Muchas de estas interrogantes deberán ser discutidas con amplitud y visión global dentro de un contexto ético y sociológico que permitan mas una búsqueda de una Conciencia Planetaria -ya que no solo pueden tratarse en un ámbito nacional- por ser un tema vital de supervivencia mundial.



Referencia

(*) Globalización al revés, término acuñado por el Dr. Rolando Arellano.


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