“La Teoría del Caos y el Caos de la Economía”
Cuarenta años atrás, recibí una invitación del entonces jefe de la página editorial de EXPRESO, Manuel D’ornellas, para que escriba una columna. Fue mi primera aparición en la prensa nacional. La titulé cómo acabo de titular esta columna. Un mismo título para dos historias un tanto diferentes, pero con interesantes puntos de contacto.
La primera se enmarca en los tiempos de la crisis económica signada por la inflación galopante de los 80s, y por la guerra contra el Perú desatada por la locura terrorista de Abimael Guzmán y sus secuaces.
En ese sentido, esta segunda columna parece un eco lejano de aquella primera columna. La inflación—aunque alta en comparación al promedio de los últimos 25 años, está a años luz de la inflación de tres dígitos del 1983, que prefiguraba el infierno híper inflacionaria de comienzos de los 90s. Y la locura de Sendero Luminoso—derrotado militar y moralmente hace mucho tiempo, sigue, sin embargo, siendo “un peligro real y presente” a través de sus nuevas transmutaciones.
La crisis casi total de los 80s sirvió de excusa para trasladar una teoría nacida de la física y las ciencias matemáticas que resaltaba el poder transformador de pequeños cambios en sistemas complejos y dinámicos—“del aleteo de una mariposa a un huracán en Texas”—a sistemas igualmente dinámicos y complejos como lo son la política y la economía.
Esta vez, la teoría del caos es de diferente naturaleza. No tiene nada que ver ni con las matemáticas ni con la física. Tampoco con la economía, por lo menos no de manera directa—porque, aunque carente de dinamismo, creciendo a una tasa incapaz de despertar “los espíritus animales” de consumidores o inversionistas, ni de crear los empleos necesarios ni estimular la necesaria recuperación de los salarios reales, ni de aprovechar los vientos todavía positivos de la economía internacional, la economía en sí misma, no es el problema.
El problema radica en los claroscuros de la política. En la fragilidad del régimen del binomio Boluarte-Otárola—sí, fragilidad, por más que se vista de gestos autoritarios. Y en la “caja de Pandora” en la que se ha convertido la política, y los esfuerzos nada disimulados de una izquierda—este si—golpista (Verónica Mendoza dixit) por llevarnos de las narices a una situación que rápidamente pudiera devenir caótica.
El caos de la política y las complicaciones en el manejo de la economía exigen independencia y honestidad intelectual, pero sobretodo claridad en el análisis, conocimiento de la dinámica político-económica y experiencia en la búsqueda de soluciones efectivas y no simplemente efectistas. Justamente lo que pretendo hacer semana a semana en esta columna, de Anderson sin Filtros.
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