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Carlos Ginocchio / Frases de nuestros padres (3 de 9)


Vivimos apegados a frases que escuchamos en nuestra infancia y juventud, que heredamos de nuestros padres, y surgieron en la dinámica popular, como “gallo viejo con el ala mata”, donde la experiencia vale más que la fuerza, aunque según un experto gallero, es imposible pueda matar con el ala, por lo que he constatado que en el siglo XVII se decía ‘gallo viejo con el pico mata’. Ignoro cuando el ala reemplazó al pico.


“Esto es pan comido” nos decían cuando se enfrentaban a una tarea o situación sumamente fácil de resolver. Tiene su origen en el siglo XIV, cuando alguien que metafóricamente se había comido un pan, es decir, que le habían hecho un favor, se olvidaba del mismo. Se solía decir ‘el pan comido, la compañía deshecha’ (hoy, ‘comida hecha, amistad deshecha’), hasta que en el siglo XIX adquirió el significado actual.


“Al pan, pan y al vino, vino”, a las cosas hay que llamarlas por su nombre y ser claros y transparentes en nuestras afirmaciones. Su origen se encuentra en la liturgia católica, en la que el pan y el vino son símbolos del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Zwinglio, fundador de la Iglesia Reformada Suiza, afirmaba que el pan no era más que pan y el vino era solo vino, únicamente símbolos de lo que representaban.

“Hacer buenas migas” alude a tener una buena relación con otra persona. Proviene cuando los pastores eran trashumantes y usaban el plato con las migas como su principal fuente de alimentación. Se juntaban diferentes pastores y cada uno aportada un ingrediente al plato: uno el pan duro, otro el embutido, otro el aceite. De esas conversaciones y ratos juntos es de donde viene la expresión ‘hacer buenas migas’.


“Harina de otro costal”, se usaba cuando se interrumpía el tema en agenda por otro totalmente diferente. Viene de la época en la que se usaban molinos para hacer la harina y esta se guardaba en costales. Existían diferentes harinas que eran de distintas calidades. Por ejemplo, la del trigo era muy buena, y la de centeno, no tanto. Cada tipo de harina se guardaba en un costal diferente y cuando alguien las iba a mezclar se le avisaba que esa era harina de otro costal.


“Me importa un pito”, significaba que algo no me interesaba ni afectaba en lo mínimo. En el siglo XVII la frase era ‘me importa un pimiento’ (hoy, un rábano), y se puso de moda pintar bodegones, en los que las frutas con diferentes texturas suponían todo un reto. Por ello, las granadas y los limones son muy frecuentes en este tipo de cuadros. Los pimientos tienen la piel lisa y son totalmente monocromos, por lo que no se solían pintar. Fruto de esta inutilidad del pimiento, se suele decir que te importa un pimiento cuando algo te da igual.


En mi opinión, la frase evolucionó según lo que indica la web okdiario.com: proviene del lenguaje militar, pues el «pito» es el nombre que solía darse al chico que tocaba el instrumento en el ejército. Como el joven no era muy respetado, la paga era baja, por lo que dio origen a la expresión al referirse a algo que tenía poco valor o interés. Otra teoría dice que estaría relacionada con el mismo instrumento, pues el pito es de los más baratos y fáciles de fabricar, así como de los más olvidados. De la misma forma, la expresión es posible que hable del «pito del sereno». El sereno tenía una serie de funciones, entre las que destacaba dar las horas en punto, el parte del tiempo, ayudar a los viandantes, avisar de incendios o dar garantías de seguridad cuando ahuyentaban a los delincuentes. Para todo ello el sereno usaba el silbato. Lo negativo es que solía gozar de poca credibilidad, por lo que los delincuentes no le hacían mucho caso, como hoy también ocurre.


“No está la Magdalena para tafetanas” equivale a decir que algo no está para bromas, aunque también se aplica que una situación no está para aplicarle más recursos o adiciones. Parece provenir de una metáfora religiosa – explica Victoria Eugenia Cabezas López y he encontrado explicación similar en otros contenidos – agregando que los tafetanes son sedas y abalorios que usa una mujer cuando se viste ostentosamente. Así, resulta contradictorio que una figura como María Magdalena, la pecadora conversa del Evangelio, fuera vestida con lujos. Esta personalidad bíblica da origen a otra frase muy usada en el siglo pasado: “Llorar como una Magdalena”, que significa gemir desconsoladamente y evoca la sensibilidad de María Magdalena ante la crucifixión de Cristo. Y si hablamos de sollozos, no podemos soslayar “lágrimas de cocodrilo” que alude a falsas expresiones de tristeza y aflicción. Viene del momento en que los cocodrilos devoran a sus presas y como consecuencia lloran. Al igual que los humanos, los cocodrilos segregan lágrimas para lubricar, limpiar y nutrir la córnea, pero la acción de llorar en el momento de comer podría ser causada porque al respirar mientras mastican se presionarían las glándulas lacrimales que finalmente secretarían liquido en los ojos de los cocodrilos (Resumen extraído del texto de Óscar Cusó para National Geografic).



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