Los nombres de los tránsfugas
Canales, como hemos dicho, tenía de socio a su hermano Ángel con quien eran dueños del Camal de Conchucos en el distrito de El Agustino muy cerca del centro de Lima y en la actualidad, tienen una empresa dedicada a actividades inmobiliarias “Canales Hermanos SRLtda” cuya sede tampoco se encuentra en Ica, sino en la avenida Aviación en el distrito de San Borja en Lima.
Por el tiempo en que se reúne con Vladimiro Montesinos, tenía problemas; precisamente, con su camal de Conchucos. Había sido multado por el Fondo Nacional de Fomento Ganadero con casi doscientos mil soles y estaba en pleno reclamo ante el Tribunal Fiscal. En consecuencia, no llama la atención de que no pidieran dinero a Montesinos, sino que lo ayude a resolver problemas judiciales a los que parece ser muy afecto. A propósito de problemas judiciales, encontramos que el año 2010 estaba en pleno conflicto con la asociación de damnificados de Los Espinos en Ica, quienes le reclamaban precisamente a los Canales Pillaca, y más exactamente a Edilberto, haberle pagado por un terreno y no querer respetar el contrato que había firmado en representación de la municipalidad de Ica, donde había sido regidor, por los años ochenta, del partido Popular Cristiano.
Sin embargo, testigos como el asesor del asesor Rafael Merino Bartet, declararon que le encargaron elaborar un recibo del dinero que recibiría Canales Pillaca, pero lo mismo que la señora Pinchi, Merino no menciona cifra alguna, de tal manera, que subsiste la duda de si solo fueron los favores judiciales lo que determinaron su conversión al fujimorismo.
LOS CÁCERES. Un tema muy particular, según Vladimiro Montesinos, fue el de los parlamentarios Cáceres, considerados desde hacía mucho tiempo como un fenómeno político digno de estudio. JOSÉ LUIS CÁCERES VELÁSQUEZ y JOSÉ LUIS CÁCERES PEREZ, padre e hijo, respectivamente, habían salido elegidos congresistas por el Frente Popular Agrícola Peruano (FREPAP). Eran representantes del departamento de Arequipa, de donde no eran originarios, pero donde radicaban hacía muchos años.
Fueron llevados a la oficina del Servicio de Inteligencia Nacional por el general del Ejército Peruano Walter Cano Angulo, en ese momento comandante general de la Tercera Región Militar con sede en Arequipa, donde se habían conocido y probablemente no ofrecieron resistencia alguna a la invitación de Cano.
Montesinos refirió y no sorprende, que sin que él les dijera nada, los Cáceres, de sopetón y a boca de jarro, le plantearon que se pasarían a las filas del gobierno pero a cambio del pago de veinte mil dólares mensuales a cada uno, y exigían que la primera entrega se les hiciera de inmediato. No es de extrañar el comportamiento de los Cáceres ya que, meses después, cuando ya estaban instalados en el Congreso de la República, José Luis Cáceres Velásquez, el padre, cobraba una asignación por escolaridad, que también la cobraba su hijo, José Luis Cáceres Pérez.
Sobre ellos, también ya había hablado Montesinos, aunque muy escuetamente ante el juez Peña y ser considerados avezados por Montesinos, era una distinción poco común y poco meritoria.
La familia Cáceres es toda una novela en que hay héroes y villanos. Por los años treinta aparece el primero de ellos, Enrique Cáceres Gonzales como alcalde de la ciudad de Juliaca. Luego, varios de sus hijos incurren en la carrera política: Néstor, Roger, José Luis y Pedro; también, el hijo de José Luis.
Tanto a Néstor, que muere prematuramente, como a Roger que hace una larga carrera política en el partido que había fundado su hermano Néstor: FENATRACA (Frente Nacional de Trabajadores y Campesinos), se les reconoce algunos méritos de su paso por el Congreso de la República. Luego los siguen José Luis Cáceres Velásquez y el hijo de este José Luis Cáceres Pérez, quienes luego de ocupar cargos en su natal Juliaca, se trasladan a Arequipa en donde el primero es elegido alcalde para oprobio y vergüenza de los arequipeños y remordimiento de los puneños-arequipeños que, probablemente, constituyan hoy en día mayoría en esa ciudad y fueron quienes contribuyeron a su elección.
Luego los tendríamos, y felizmente por poco tiempo, a los José Luises en el parlamento. Y es que el año 2000 son seducidos por Montesinos quien, por lo que hemos leído, logra hacer caer en sus redes a personajes con tan nutridos antecedentes que obviamente anhelaban esa captura.
En el proceso ante la Corte Suprema, el Cáceres papá discutió con Montesinos, calificándolo de farsante y mentiroso cuando éste se ratificó en que le habían dado dinero por su pase al fujimorismo. La confrontación fue ardorosa. Montesinos reiteraba su versión a pesar de los alaridos de Cáceres quien lo retaba a decirle, en su cara, que precisara en dónde le había entregado veinte mil dólares, lo que por supuesto Montesinos precisó mientras seguramente a la vergüenza del mismo proceso al que estaba sometido, no podía dejar de pensar en la que sentía al comparar a los que representaban a su tierra en donde se había tenido representantes de la altura de Bustamante y Rivero, Víctor Andrés Belaunde, Héctor Cornejo Chávez y hasta la de su propio pariente Alfonso Montesinos. A los 90 años y, a consecuencia del Covid-19, José Luis Cáceres Velásquez se llevó a la tumba casi todos sus secretos.
MARIO GONZALES INGA de Perú Posible fue el siguiente llevado por el también congresista de Perú 2000 Rolando Reátegui. Habían sido ambos elegidos por la región: San Martín y Reátegui, aumentaría luego su notoriedad el año 2016 al traicionar a la lideresa de su partido Keiko Fujimori, convirtiéndose en colaborador eficaz en su contra y logrando de esa manera salvar su pellejo y el de su esposa acusados de inventar contribuyentes de la campaña presidencial.
Relató Montesinos que le demoró unos minutos más que en otros casos plantearle a Gonzáles Inga la incorporación a la bancada del gobierno ofreciéndole a cambio el pago mensual de veinte mil dólares. Luego de media hora de conversación, aceptó y de inmediato se le hizo entrega del primer pago. No quedó claro si Reátegui, el amigo que lo llevó, fuera testigo de la entrega del dinero pero sin duda sabía que eso iba a ocurrir.
Curiosamente, ante la comisión del Congreso no declaró lo que sí había referido ante el juez: que a Reátegui le pagaba tres mil dólares mensuales. No se sabe si ese dinero era en retribución por haber llevado a Gonzales Inga o por otros servicios. En su versión ante el juez, también mencionó que Gonzales Inga justificaría su renuncia a la bancada de Perú Posible poniendo como pretexto discrepancias políticas que probablemente el mismo Montesinos le sugirió de las tantas que de su imaginación brotaban.
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