Las naciones americanas a través de nuestros respectivos estados, hemos promovido, a lo largo del tiempo, diversos mecanismos e instrumentos de cooperación en seguridad ante peligros y amenazas. Implementarlos, desde nuestras revoluciones de Independencia a hoy, evidencia momentos gratamente sorprendentes, limitaciones, controversias y fracasos. En ese sentido, la interacción entre procesos internos y el entorno internacional son relevantes.
Durante el siglo XIX fue constante la intervención de potencias europeas en asuntos de nuestras repúblicas, llegando incluso al ataque o la invasión. Ejemplos, Gran Bretaña ocupando Malvinas (1833), Francia en Veracruz (1838), los bloqueos que ambos ejercieron contra Buenos Aires (1838 y 1840), o España en México (1829) y Centroamérica (1832).
El Gobierno peruano, a través del presidente Ramón Castilla y el canciller José Melgar manifestó que de “atacarse la independencia de cualquiera de estas naciones (americanas), se hiere a la vez a las demás,… el Perú no reconoce la legitimidad de este acto; protesta solemnemente”, promovió alianza defensiva así como envió a Nicolás Corpancho a México para canalizar apoyo, como el motivado por opinión pública de la sociedad peruana que percibió una amenaza a la soberanía nacional y formó la “Sociedad Defensora de la Independencia Americana”.
En ese contexto, España envió expedición naval a costas sudamericanas (1862-66). Murió trabajador español en Talambo, e invadieron islas Chincha. Respondimos integrando Cuádruple Alianza (Ecuador, Perú, Bolivia, Chile); la victoria peruana del Dos de mayo de 1866 coronó exitosamente ese momento sustantivo en la cooperación regional en seguridad y defensa.
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