A la presidenta Dina Boluarte, a diferencia de sus antecesores, no le es posible realizar visitas de Estado a otros países o representarnos en los foros globales, puesto que su gobierno no cuenta con una figura que pueda reemplazarla si se ausentara del país. Es una situación que no ha previsto nuestra Constitución, en casos como el actual en que el segundo vicepresidente ha debido tomar las riendas de la nación.
No es asunto menor esta circunstancia por la que atraviesa el Perú. En su momento, el Ejecutivo solicitó que el presidente del Congreso pudiera ser quien asumiera funciones como Presidente, en ausencia de la mandataria, pero no prosperó la propuesta ya que se requeriría de una reforma constitucional para solucionar el impase. Además de otras cuestiones a considerar, como es el hecho de que restaría independencia al congresista que, intermitentemente, tuviera que asumir este encargo.
Por tanto, la actual ministra de Relaciones Exteriores, Ana Cecilia Gervasi, es quien tiene la responsabilidad de representarnos y reposicionar al Perú frente al mundo, después del golpe del 7 de diciembre, fecha en que los medios internacionales coincidieron en repudiarlo; pero después una contracampaña de propaganda internacional se ha encargado de manipular, pretendiendo no reconocer la sucesión constitucional y democrática que se ha producido en el Perú.
La canciller empezó con buen pie en la VII Cumbre de Jefes de Estado de la CELAC, en su recordado discurso en ese foro fue contundente cuando subrayó los principios del derecho internacional de la “no injerencia y de la no intervención en los asuntos internos de los países”, exhortando a los 33 Estados miembros a “conducirse con pragmatismo, solidaridad y pleno respeto por nuestros procesos internos, en torno a nuestra agenda compartida, y en la búsqueda constante de los consensos que requerimos para hacer frente a los desafíos de la región.”
Así, el Perú zanjaba las pretensiones foráneas, como la de los gobiernos de México y Colombia principalmente, que insisten no sólo en su intromisión en nuestro país, sino en manejar nuestras relaciones con base a su ideología y no a una agenda común que favorezca a nuestros pueblos, para lo cual estas plataformas se han construido.
En esta semana, la canciller se presentó en la respectiva Comisión Dictaminadora en el Congreso de la República para dar cuenta de su labor, donde insistió en que la Alianza del Pacífico -cuya presidencia pro témpore la retiene López Obrador, a pesar de que le corresponde a nuestro país- no debe ser politizada y anunció que “el Perú cuenta con la presidencia pro témpore del Consejo Empresarial de la Alianza, con quien se viene trabajando, a pesar del injustificado comportamiento del gobierno mexicano.”
Una buena noticia, porque el crecimiento de sectores como la agroindustria que -en su momento, tuvo como consecuencia que regiones como Ica exhibieran cifras de pleno empleo- dependen de la apertura a mercados externos grandes, esto es, a los países del Asia Pacífico que, desde los mecanismos de integración económica y comercial de esta Alianza, se facilitan.
Asimismo, aseguró que, a pesar de la crisis sociopolítica azuzada por los violentistas, hemos recibido muestras claras de que el Perú a los ojos de los inversionistas del mundo sigue siendo un país confiable. Desde la Comisión de Cooperación y Relaciones Internacionales de la Municipalidad de Lima que presidimos, esperamos que los grandes proyectos que necesita la capital se enrumben en el marco de estas buenas relaciones.
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