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Fabiola Morales / Falta voluntad y operadores políticos


Los abogados y constitucionalistas ofrecen al Congreso de la República distintas vías para acabar con la crisis política causada por las múltiples denuncias al actual Presidente y su entorno familiar, amical y partidario que el Ministerio Público ha recogido en siete carpetas fiscales y que son la madre del cordero de la actual situación complicada que vive el país con consecuencias catastróficas para la economía de los más pobres.


Vacancia, inhabilitación, suspensión del Presidente, son términos que tienen todo un sustento jurídico y constitucional; como también el llamado a nuevas elecciones, ya sea parciales -solo para la Presidencia y vicepresidencias- o generales, donde se incluiría la conformación de una nueva representación nacional. Unos caminos más largos y otros más cortos, unos más difíciles, y otros, más rápidos y sencillos de ejecutar.


Pero el Parlamento no ha sido capaz hasta ahora de dar pasos certeros para acabar con la crisis, aun habiendo presentado dos mociones de vacancia presidencial y teniendo otra, con considerable número de firmas. La Fiscalía ha hecho su tarea entregándole las siete carpetas que ha logrado armar con la colaboración de los testigos eficaces y otras pruebas, sin embargo, el Congreso parece estancado sin avances efectivos.


¿Qué está pasando en este tablero político por excelencia que es el Parlamento en toda democracia? ¿Por qué no se logra el consenso que la ciudadanía le pide a gritos, incluidas las marchas en las calles? Desde nuestro punto de vista, falta de voluntad política y operadores que se muevan con destreza y estrategia, para armar corrientes de opinión firmes, de tal manera que sean capaces de convencer a quienes, todavía, dudan que las pruebas de la investigación fiscal existen y que tienen suficiente peso, como para que se debata y apruebe una acusación constitucional contundente contra quienes resulten culpables.


En una democracia sana, estos operadores políticos no se improvisan, sino que se forman en la acción política institucional que deben ser los partidos; pero principalmente, en la arena del ejercicio de los cargos que devienen de la elección popular, como es el caso de los congresistas. No sé si los teóricos politólogos lo tienen claro, o si los “notables” entusiastas de las reformas del sistema lo ignoran por candidez o a propósito, cuando recomiendan la “no relección” parlamentaria, o el “voto preferencial”.


A los representantes, muchos brillantes en su trayectoria profesional, les está siendo demasiado difícil el manejo de la acción política que devenga en conseguir “los votos” que expresen determinada voluntad del Pleno, máxima instancia del Congreso, donde se toman las decisiones. No basta con los consejos de los constitucionalistas que les podrá orientar sobre si tal o cual dictamen no contraviene la Carta Magna; es necesario adquirir “cintura” política o si se quiere “esquina” o “calle”, como se dice en el argot popular, además de una sólida formación en el arte de encontrar caminos para servir mejor al bien común.


Solo en el proceso del ejercicio profesional de la política se adquiere la experiencia que momentos como los actuales requieren y es en este proceso donde se van decantando los mejores y quedando al descubierto y, sin ninguna posibilidad de juego, personajes como los llamados “niños”, veletas al mejor viento.


El momento histórico requiere operadores políticos eficientes y eficaces que puedan enfrentar la manipulación de un gobierno que se mueve, como pez en el agua, evitando denuncias graves y convirtiéndolas en brillantes alfiles, caballos y hasta peones que cubren muy bien a la reina y el rey.


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