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Fabiola Morales / La participación ciudadana


La participación ciudadana en el sistema democrático es un derecho al cual no se puede renunciar, sin que la sociedad entera no sufra las consecuencias de esta indiferencia, mediante la cual pueden salir elegidas autoridades incompetentes y corruptas o, una vez elegidas, no se sienten exigidas a actuar de acuerdo a los mejores niveles de eficiencia; pero también, porque quienes gobiernan, necesitan recibir la ayuda de la iniciativa ciudadana privada a favor del bien común.


El primer acto de participación ciudadana es acudir a las urnas. Son muchos los países en los cuales asistir a votar es un acto totalmente voluntario, sin que medie ninguna sanción por el hecho de no hacerlo. No es caso del Perú donde, si no asistimos a votar, debemos pagar una multa. Sin embargo, el porcentaje de abstención está creciendo en todo el mundo, incluso en nuestro país, lo hemos visto en estas últimas elecciones, sobre todo en que distritos como Miraflores, San Isidro y San Borja, donde hubo un promedio del 30% de abstención.


Asimismo, la abstención ciudadana ha sido notoria, en las últimas elecciones, en el caso de los miembros titulares y suplentes de las mesas electorales, lo que no permitió el acto de sufragio hasta pasado el mediodía, lo que afectó, sobre todo a los adultos mayores, conducta que mejoró para el balotaje electoral. Otro signo de indiferencia.


La inasistencia para cumplir con el derecho y el deber de votar podría ser desinterés, falta de educación ciudadana; pero también un síntoma de que el sistema no logra ofrecer la debida confianza en los procesos electorales y en las mismas instituciones que los conducen. Es necesario comprender que, sin la participación del ciudadano en la democracia, el sistema se debilita y corre el peligro de la falta de gobernabilidad, un caos, que la haría peligrar desde sus bases.


Otra plataforma importante para la participación del ciudadano, en la construcción de su propio destino, es la sociedad civil organizada. La misma que debe ejercer el control de las acciones de las autoridades, esta es la clave de las democracias sanas y fuertes. Las marchas pacíficas de protesta que vemos en las calles son también parte de la fiscalización, en este caso, contra lo que consideran una inconducta del Sistema Electoral.


En los últimos lustros han surgido movimientos Pro Vida y Pro Familia que se han multiplicado en el país y el mundo en defensa de la vida y del derecho de los padres a participar en la educación de sus hijos en los colegios públicos y a fundar colegios privados que también han realizado marchas multitudinarias.


La vivencia de la pandemia, del mismo modo, ha sido motivo para que la sociedad civil, muchas veces agrupada en las Parroquias Católicas, salieran en ayuda de los enfermos de Covid, haciendo posible, por ejemplo, la entrega de cientos de balones de oxígeno que, para muchos, hacía la diferencia entre la vida y la muerte.


Cuando el Estado no es capaz de cubrir las necesidades de salud, nutrición, educación y otras tantas, la sociedad civil organizada y gestionada, tantas veces, por mujeres de bajos recursos, han sacado adelante a quienes las requerían. Rendimos homenaje a las madres de los Comedores Populares, los Vasos de Leche y, hoy más que nunca, de las Ollitas Comunes que han paliado el hambre en esta pandemia que sufrimos todos. Así se hace Patria.



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