Un 30 de setiembre tuve el alto honor de ser recibido en el Palacio Imperial de Beijing por el presidente de la República Popular China, Jiang Zemin, segundo líder histórico y sucesor de Deng Xiaoping, quien inicia la gran reforma en 1978 después de dos años de la muerte de Mao Tse Tung. Este momento estelar en mi vida ocurrió el cuarto día de Sesiones de la VI Cumbre Mundial de Ciudades, que reunía a los alcaldes de las principales capitales como Tokio, Moscú, Beijing, París, Kuala Lumpur, entre otros. Y de América, participaban México, Buenos Aires, Santiago y Lima, ciudad que me honré en representar. En esta Cumbre se discutió y aprobó una agenda visionaria y aún vigente para el futuro de las ciudades y la sostenibilidad del planeta.
En aquella oportunidad, una semana antes participé también en el “II Encuentro Internacional de Ciudades Hermanas de Ciudades de China”. De aquella experiencia, además de la visita oficial a la Gran Muralla, recuerdo mucho el recorrido por el futuro Parque Tecnológico Zhongguancun situado en el Distrito de Haidian, Pekín, que hoy en día es uno de los centros tecnológicos del mundo al igual que el pionero Silicon Valley. Y, además, el intercambio con un par de centros intelectuales y de ingeniería con novedosas propuestas de renovación y sostenibilidad urbana.
Entre el año 2000 y 2020, la población mundial y el porcentaje de habitantes en las ciudades siguió creciendo vertiginosamente (de acuerdo a cifras del Fondo de Población de las Naciones Unidas - UNFPA): En el 2000 había 6,140 millones de habitantes. Hoy somos 1,600 millones más y la población urbana pasó del 46% al 56% para el 2020. Cada vez nos acercamos a un mundo más urbano que rural, con todos los desafíos que esto plantea para la sostenibilidad del planeta y, en especial, la seguridad alimentaria.
El llamado “Milagro Chino” en estas dos décadas exhibe cifras siderales en su economía y el bienestar de su población. Hoy en día, es el segundo PBI mundial (después de EE.UU.). Hace 20 años iba en franco ascenso y ya se ubicaba en el puesto 6. Del año 2000 al 2020 se redujo la pobreza cada año en 22 millones; 800 millones en total, desde 1978.
Ese 30 de setiembre, sentí una profunda emoción y una energía muy especial al pisar el Palacio Imperial de la tierra de mis ancestros. Evoqué en mi memoria a mi bisabuelo y abuelo, empresarios chinos que llegaron al Perú a inicios del siglo pasado y se dedicaron al mundo de la cultura y con su vena emprendedora unas décadas después colonizaron la selva. Fue un día memorable en mis recuerdos, por la carga simbólica de haber tenido el máximo honor y orgullo de ser protagonista en el cónclave realizado en Beijing, en representación del alcalde Metropolitano, Alberto Andrade, quien debió quedarse en Lima por la turbulencia política generada por la fuga del inefable Vladimiro Montesinos y la posterior caída del gobierno del presidente Fujimori.
Recuerdo que el presidente Jiang Zemin, prestó particular atención a mi caso porque era el más joven de todos los representantes presentes en esa Cumbre Mundial. Yo tenía en ese entonces, 30 años. Y, además, era el único de ancestros chinos. La anécdota fue su sorpresa al verme frente a él. Hizo una expresión señalando: “¡Oh! qué sorpresa”. Y pronunció mi apellido. De Perú mencionó a Machu Picchu y su deseo de conocer dicha ciudadela inca.
20 años después, evoco este histórico momento con un enorme valor personal, rememorando cómo el mundo ha cambiado: el rol que cumple hoy en día China, y que hoy ya se encuentra en la cuarta generación de líderes, encabezado por Xi Jinping, que ha marcado un proceso de mayor presencia de China en el mundo.
La hoja de ruta aprobada en dicha Cumbre Mundial sirvió para el desarrollo sostenible de varias ciudades participantes como París, Beijing y Kuala Lumpur. Sin embargo, a pesar del tiempo transcurrido, nuestra ciudad no siguió la agenda como las ciudades antes mencionadas y no ha logrado consolidar políticas de más largo aliento. El legado visionario del alcalde Andrade lamentablemente no ha tenido la continuidad que se requería.
Espero, en el corto plazo retornar a China, nación de la que tenemos mucho que aprender y poner en práctica, para beneficio, no sólo de los que vivimos en la capital sino en todo nuestro país.
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