(Publicado previamente en CIVICA, bajo el título: El presupuesto público 2021 y ¡la cuadratura del círculo!)
En sentido figurado, la “cuadratura del círculo” es una expresión que se utiliza cuando se pretende abordar un problema imposible de resolver. Pues bien, aunque parezca mentira, el Gobierno peruano –nuestro Gobierno– parece haber resuelto el problema de la “cuadratura del círculo”. ¿Cómo así? Pues gastando más, con menos ingresos.
Efectivamente, el Presupuesto Público del 2021 ha aumentado con respecto al del 2020, a pesar de que los fondos disponibles han bajado. Recordemos, todo presupuesto está determinado por los fondos disponibles. Tal es el caso de los presupuestos personales, familiares, institucionales, etc. En el caso de los presupuestos públicos, éstos dependen –en gran medida– de los tributos recaudados durante los años previos. Por ejemplo, si en el año 2020 bajara la recaudación tributaria –como es el caso– el presupuesto del 2021 debería bajar.
Por el lado de la ciudadanía, todos estamos viviendo el problema de la reducción de ingresos económicos. Muchos compatriotas han perdido su trabajo. Y –en el mejor de los casos– otros han visto reducidas sus remuneraciones. Incluso –tal como dicen los expertos– nuestro país es el que más ha sufrido a nivel mundial, económicamente y sanitariamente. Ciertamente, la pandemia ha sido determinante en esta crisis sin precedentes. Aunque –como se sabe– la crisis económica venía de antes de la pandemia. Cinco años antes, y hasta más. Sin embargo, en el 2019 la desaceleración de la economía de nuestro país se había acentuado aún más.
Lo concreto es que el Gobierno ha aumentado el Presupuesto Público del próximo año. La pregunta es ¿cómo así? Pues, muy sencillo: con endeudamiento. La única forma de gastar más –con menos– es con endeudamiento. También podría aumentar los tributos, pero –hasta ahora– ese no es el caso.
El problema es ¿quién nos va a prestar dinero en medio de esta crisis? Y –más relevante aún– ¿a qué tasas de interés? Nótese que en situaciones como la actual, el financiamiento suele restringirse, y las tasas de interés suelen aumentar. La pregunta es muy pertinente porque todo lo que gasta el Estado proviene de la ciudadanía. Es decir, de las empresas y de las personas. No existe tal cosa como “los recursos del Estado”. Las planillas y gastos administrativos, las inversiones en obras de infraestructura, los pagos de deudas e intereses, incluso las compras sobrevaloradas y elefantes blancos –a la larga– todo lo pagamos los ciudadanos.
A ese respecto habría que preguntarnos ¿acaso el Estado no está atiborrado de personajes tipo Richard Swing? ¿No hubiera sido mejor salir de esa gente que no sirve para nada? ¿Para qué mantener a los funcionarios públicos que no fueron capaces de reconstruir la infraestructura dañada por El Niño Costero del 2017, cuando el Gobierno está contratando a Gobiernos extranjeros –que van a cobrar un montón de plata– para hacer lo que dichos funcionarios no fueron capaces de hacer? Y así por el estilo. ¡Cuántos gastos superfluos del Estado podrían reducirse, pero no!
La verdad, no se ve ninguna voluntad de parte del Gobierno de ajustarse el cinturón para reducir la carga tributaria que recae sobre los ciudadanos. No hay consciencia respecto del drama que están sufriendo todos los que viven de su trabajo particular. La pandemia nos está matando, pero el Estado está en otra. Tanto, que lejos de facilitarnos la vida con simplificaciones administrativas, digitalización y racionalización de procesos, y reducción de cargas tributarias; no se le ocurre mejor idea que aumentar el presupuesto del próximo año. Por no mencionar las trabas que sigue imponiendo sobre las empresas privadas, haciendo más difícil aún la generación de empleos en estos momentos tan difíciles.
El hecho es que –claramente– nuestras autoridades pretenden gastar más, con menos. O sea, creen haber resuelto el mítico problema de “la cuadratura del círculo”. Fuera de bromas, ¡no hay derecho!
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