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  • Foto del escritorFernando Cillóniz

Fernando Cillóniz / Adicción por las malas noticias


“El precio del limón está por las nubes”. Por estos días, todos los medios periodísticos hablan de ello. Claramente se trata de una mala noticia para los consumidores. El ceviche, el emoliente, el pisco sour… todo se complica por el alza del precio – y escasez – del limón. Pero ¿qué se dice de los productores? Naca la pirinaca. No se oye padre.


Primera observación. En temas de precios de alimentos, pocos se refieren a los productores, que ciertamente ganan cuando suben los precios. Casi todos se refieren a los consumidores. O sea, se van por el lado negativo de la noticia.


Peor aún. Cuando bajan los precios de los alimentos, como es el caso de la papa y el pollo, actualmente… tampoco se oye padre. Pregunto, desde un punto de vista familiar: ¿acaso no son mucho más importantes la papa y el pollo, que el limón? Me refiero a la incidencia económica de dichos productos en la canasta familiar; y más concretamente, en la dieta de los peruanos.


Efectivamente. El Perú produce – y consume – anualmente alrededor de 150 mil toneladas de limón. Eso significa algo menos de 5 kilos per cápita, por año. Es decir, los peruanos gastamos en comprar limones, un poco menos de S/. 90 / año, por persona. De eso se trata el mundo del limón en nuestro país.


Ahora veamos los tamaños de los mercados de la papa y el pollo. ¿Cuánto producimos – y consumimos – de papa, anualmente? ¡6 millones de toneladas! Repito… ¡6 millones de toneladas! Los peruanos somos recontra paperos. Eso significa 180 kilos de papa por persona, por año. En chivilines, se trata de más o menos S/. 450 por año, por persona.


¿Y pollos… cuántos pollos producimos al año? ¡2 millones de toneladas! 60 kilos de pollo por persona, por año. Alrededor de S/. 720 por año, por persona.


En conclusión, mucho más importante – económicamente hablando – son la papa y el pollo, que el limón. No hay duda al respecto.


Pregunta suelta: ¿Cómo han ido los precios de la papa y el pollo, últimamente? Pues, han bajado bastante. – ¡Qué bueno! – habría que decir. – Pero ¿por qué nadie da cuenta de ello? – Porque es una buena noticia.


¿Se dan cuenta? Nuestra adicción por las malas noticias nos lleva a concentrarnos – mañana, tarde y noche – en el bendito limón. Y nadie le da bola al abaratamiento de la papa y el pollo, que constituye una muy buena noticia para las familias peruanas.


Aunque parezca mentira, nuestra adicción por las malas noticias nos lleva a desdeñar las buenas noticias de las caídas de precios de la papa y el pollo, y destacar la mala noticia de la escasez y encarecimiento del limón.


Ahora bien, nuestro país está mal. No lo podemos negar. La corrupción en el Estado está fuera de control. Todo lo demás viene por añadidura. Es decir, la corrupción es la madre del cordero. La pobreza, la delincuencia, el desempleo, la crueldad en los servicios de salud pública, los pésimos servicios de educación estatal, la falta de agua, la injusticia a nivel de Ministerio Publico y Poder Judicial, el mamarracho de Congreso que tenemos, el sesgo descarado del Poder Electoral… todo se deriva de la corrupción en el Estado.


Y claro… ¡no podemos tapar el sol con un dedo! Imposible no dar cuenta de la corrupción en el Estado, y de todas sus terribles derivadas. Sin embargo, a pesar de parecer que todo está perdido, la cosa no es así. El bien existe, y está más cerca de nosotros, de lo que nosotros mismos nos imaginamos. Ahí donde está la corrupción, están también la verdad, la justicia y la integridad. Como que el mal convive con el bien. Tal cual la parábola de la paja y el trigo. El problema, es que poco se habla de lo bueno.


A lo que quería llegar es que una cosa es dar cuenta de noticias malas. Y otra cosa es propalar solamente malas noticias. Es decir, callar las noticias buenas. Y callarlas intencionalmente, porque hay quienes quieren que no se sepa nada de ellas. – Sólo lo malo debe ser conocido – dice esa gente dominada por el mal.


Claramente, el periodismo peruano sufre de adicción por las malas noticias. Sobre todo, la televisión. Pero también la radio y prensa escrita… salvo muy contadas y honrosas excepciones. Y ¡ni qué decir de las redes sociales! Allí sí, las malas noticias se mezclan con las fake news, troles, calumnias, difamaciones, extorsiones, blasfemias, rencores, envidias y todo lo demás. Twitter (ahora X), Facebook, TikTok, etc.… las redes sociales son el paraíso de muchos cobardes que se esconden detrás de seudónimos, porque no se atreven a dar la cara.


Para salir de esta adicción – como propone la parábola – tenemos que quemar la paja en un fuego que nunca se apague, y guardar el trigo en el granero. Es decir, tenemos que combatir la corrupción con todas nuestras fuerzas… “hasta quemarla totalmente”. Pero también tenemos que cuidar del buen grano. Y eso pasa por propalar – también – las buenas noticias.


Entonces, empecemos: “El pollo y la papa están baratos”. ¡A comer pollito con papa!


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