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Fernando Cillóniz / Aníbal culeco


Los chinchanos cortamos las palabras. Sobre todo, los de El Carmen. Por ejemplo, el gran Amador Ballumbrosio – que en paz descanse y de Dios goce – acuñó el famoso “vamo´ pa´ Chincha, familia”. Como se ve, los chinchanos decimos “vamo´” en vez de “vamos”, y “pa´” en vez de “para”. En buen castellano, la expresión de don Amador debió ser “vamos para Chincha, familia”, aunque comercialmente suene horrible.


En mi tierra, cuando uno se hace el idiota se expone a que le digan “¿ta´ tu cojú´?”, que en buen castellano se diría “¿estás tu cojudo?” Por otro lado “amá y apá” significan “mamá y papá”. Y así por el estilo. Lo importante es que – entre chinchanos – nos entendemos a la perfección.


Pero ahí no acaban nuestras deformaciones lingüísticas. Los chinchanos también cambiamos las palabras. Por ejemplo, en Chincha nadie dice “la gallina está clueca” – como se debería decir – cuando las gallinas se echan para incubar sus huevos. La expresión chinchana para tales casos es “la gallina ta´ culeca”. O sea, la palabra “está” la acortamos a “ta´” y la palabra “clueca” la cambiamos por “culeca”.


Pero ese no es el tema al que quiero llegar en el presente artículo. El tema tiene que ver con el temperamento de ciertos personajes, y su similitud con el de las gallinas cluecas.


Por ejemplo ¡ay de aquel que ose sacar un huevo de un nido de una gallina “culeca”! – ¡Ta´ mare´! – diríamos los chinchanos ante el dolor del picotón de la “culeca”. En este caso, el “mare´” significa “madre” y el “ta´” adquiere una connotación más vulgar. Ustedes saben. No se hagan…


¡Bien que saben lo que significa “ta´ mare´”! A ese respecto – y entre paréntesis – ¡qué injusticia! ¿Qué culpa tienen nuestras madres de nuestras faltas? ¿Por qué siempre terminan siendo mentadas en medio de nuestras broncas?


Ahora bien, volviendo al tema de las gallinas cluecas, permitan insistir en aconsejar a los citadinos que no saben nada de aves de corral: jamás pretendan sacarle los huevos de su nido a una gallina echada. Las muy zamarras se hacen las desentendidas – cloo, cloo, cloo – pero cuando uno mete la mano… zazz, sale cual rayo el “tate quieto”. No se imaginan cuán fiera puede ser una gallina cuando está empollando. En efecto, muchos han aprendido a la bruta – o, mejor dicho, al picotón – que nunca hay que meter la mano en el nido de una gallina clueca. Se erizan como si fueran puercoespines. Repito, las gallinas – cuando están echadas – son de temer.


Bueno pues, el temperamento irascible y colérico de las gallinas cluecas, aunado a la genial ocurrencia de mis paisanos, ha servido para que los chinchanos tildemos de “culecos o culecas” a aquellos hombres y mujeres cascarrabias, que hierven de cólera y enrojecen de furia por cualquier quítame estas pajas. Mismo Premier Aníbal Torres.


Por ello, los chinchanos decimos “don Aníbal ta´ culeco”. En castellano bien hablado, se diría que el Premier Aníbal Torres se comporta como una gallina clueca. Efectivamente ¡qué manera de vomitar iras, rencores y rabias! ¡Qué tipo tan amargado, retrógrado, acomplejado! ¿Será envidia, impotencia, testarudez? ¿Qué será?


En serio. El maltrato propinado a las autoridades y comuneros de Apurímac la semana pasada, raya con la locura más extrema. Llegó 3 horas tarde a la reunión que él mismo – previamente – había concertado; puteó, puteó, sólo puteó… y se fue. ¡Increíble!


Pero lo peor es lo que siguió a su berrinche. Chau mesa de diálogo. Adiós reinicio de operaciones de la mina Las Bambas. Cero en cumplimiento de compromisos asumidos por el propio Estado. Fuera trabajadores de Minera Las Bambas, y sus familias. Fuera proveedores de Minera Las Bambas y sus trabajadores. Menos impuesto a la renta para el Estado. Menos Canon Minero para Apurímac. Más pobreza para el Perú.


Y por si faltara más, luego del desplante de Apurímac, el Premier fue a la oficina de Migraciones – en Lima – y ordenó histérico a su guardaespaldas que lo grabaran. La misma historia: puteó, puteó, sólo puteó… y se fue. Pregunta: ¿y los ciudadanos que esperaban su pasaporte? Bien gracias… que sigan esperando.


¿Estará consciente de las consecuencias de su cloquera, don Aníbal? (En chinchano se diría “de su culequería”). No tiene idea de lo que es gestionar una institución. Y menos, un Estado. No sabe dialogar. No sabe concertar. No sabe dirigir. No ejecuta nada. Lo único que sabe es putear. ¡Patético!


Sin embargo – eso sí – no es capaz de putear a su jefe, ni a los ministros que lo acompañan en su gabinete. Ellos coimean a diestra y siniestra… y don Aníbal se muerde la lengua. Ellos mienten, roban, engañan, agreden, ofenden, hacen trampa; incluso plagian sus tesis, y don Aníbal… no se oye padre. Repito ¡patético!


Por ello, no me cabe la menor duda… “don Aníbal ta´ culeco”. ¡“Vamo´ pa´ Chincha familia”!


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