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Fernando López Parra / Gobernar con ciencia

Los gobiernos que actuaron rápidamente obtuvieron los mejores resultados en combate a la pandemia. Las administraciones de este asiático lideran el ranking de buenos resultado. En cambio, los peores resultados en que la negación de las recomendaciones científicas primó la población quedó a merced el impacto negativo de la pandemia es evidente y se puede observar con los números que dos países, tanto estados Unidos como Brasil sobrepasan a la fecha el millón de fallecidos.


La respuesta científica a la pandemia ha sido extraordinaria según el BID. A las pocas semanas de la aparición de la nueva enfermedad, se había secuenciado el genoma del coronavirus. En pocos meses, se habían lanzado distintas pruebas para la infección por COVID-19. En menos de un año, se desarrollaron vacunas muy eficaces que demostraron ser seguras. Sin embargo, no se conoce bien cuánto dura la inmunidad ni cuáles son los factores detrás de las mutaciones del virus.


En el primer semestre de 2020, los artículos científicos sobre la COVID-19 se duplicaron cada 14 días. La explosión de investigaciones relacionadas con la pandemia no permitió la revisión crítica de todas las contribuciones en la creciente evidencia. Un ejemplo de ello es la retractación de artículos de investigación sobre el fármaco hidroxicloroquina que fueron publicados en las prestigiosas revistas médicas The Lancet y New England Journal of Medicine, tras descubrirse que los datos eran erróneos de este remedio.


La ciencia nos ha permitido saber que es necesario construir más y mejores políticas públicas para incentivar el conocimiento en beneficio de la humanidad. No se observa otro camino para la humanidad que invertir en ciencia de calidad y que los Estados y las organizaciones multilaterales coloquen como una política el apoyo a la ciencia. En ese mismo informe del BID señala que en un artículo publicado en Science en enero de 2021, investigadores de la Universidad de Northwestern comunicaron que la fracción de documentos políticos que citaban investigaciones científicas recientes de alta calidad revisadas por pares aumentó gradualmente con la evolución de la pandemia.


Países como Alemania dan más importancia a la ciencia. Cerca del 10% de los documentos gubernamentales de América Latina citaban la ciencia, una tasa comparable a la media mundial. Por consiguiente, los adelantos científicos son escuchados por los políticos.


Los gobernantes para tomar decisiones tienen que acercarse a la ciencia como un aliado estratégico para mejorar su gobierno, no pueden ser distantes de lo que es el conocimiento, por lo tanto, no pueden ser distantes de las universidades, donde se produce gran parte del conociendo científico. Lo adecuado sería que la ciencia y los gobernantes actúen conjuntamente en armonía buscando mejorar las políticas públicas. No hay antagonismo entre la ciencia y el gobierno, en verdad son actores complementarios. La pandemia nos está dejando la lección que los gobernantes de gran parte del mundo han prestado mucha atención a la ciencia para aplacar los impactos de la pandemia. Es necesario mejorar la comunicación entre los formuladores de política pública y los científicos creando cada vez más confianza que beneficie a la sociedad.



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