Luego que el mito empezó a dar paso a la razón, el hombre se preocupa en pensar en el futuro de forma sistemática y compleja. Con la modernidad aparecen varios campos de conocimiento dedicados, casi solo, a prever el futuro y sus consecuencias para la humanidad. Las tendencias, la prospectiva, los sistemas de planificación han modificado de forma sustantiva la previsión del futuro.
Pensar en el futuro globalmente como un debate público no se ha colocado en la agenda de los países desde la Segunda Guerra Mundial, a no ser aisladamente, se hace el ejercicio casi rutinario de la planificación estatal, que lo realizan ciertos tecnócratas de forma casi litúrgica y ritualista cada cierto periodo. La cuestión es pensar qué será del futuro para todos esos que lleguen a esa instancia temporal que se piensa y se calcula. Lo bueno que es que ya está previsto que Naciones Unidas convoque a la Cumbre del Futuro en el 2024 para dar continuidad a la Agenda 2030. Se incluyen también grandes temas como el de tecnología, conocimiento, financiación y desde luego los que tiene que ver con los desajustes sociales crónicos que están en las Agenda 2030 y que hay que actualizarla de forma urgente.
Sabemos que hay prioridades humanas impostergables que no se han cubierto y que cada vez son más graves como; la desigualdad, la pobreza, la falta de trabajo, las grades oleadas de migrantes que caminan por el mundo. El Estado, la iglesia, la familia son tres instituciones que han sustentado el convivir de la sociedad y que requieren pensarlas en la perspectiva del futuro para renovarlas y que probablemente desaparecerán a la corta o la larga por la crisis en la que se encuentran. Seguro que en el núcleo de estas tres instituciones esta mucho del futuro de la permanencia de la humanidad.
Por otro lado, hemos avanzado en la prolongación de la vida, que es un excelente logro de la ciencia, las personas somos más longevas en los países donde no hay guerras, gobiernos sangrientos, hambrunas o epidemias que cobran la vida tempranamente. La calidad de vida de los ancianos mejoró notablemente, nuestros abuelos eran más viejos que nosotros a nuestra edad. La s proyecciones para el futuro de la vida ya no serán de los 75 u 80 años, sino que deberán proyectarse a los 100 años con calidad de vida y con una inserción social equilibrada.
La denominada inteligencia artificial es otro vector que necesariamente debe estar en el debate de los gobiernos. La transparencia en los algoritmos es clave. El debate que se está librando es sobre cómo regular y a la vez no se quede atrás en la carrera de la innovación, no se debe materializar los riesgos evidentes de desinformación que estamos siendo testigos sobre este tema.
Ahora bien, para lo que se construya como futuro desde Naciones Unidas o desde otra instancia de poder, el gran desafío para cumplir con lo propuesto es la gobernanza: ¿cómo tiene que gobernarse es futuro? ¿Quiénes son los actores que toman decisiones para el cumplimiento de lo deseado? Todos los cambios en materia de tecnología, medio ambiente, clima, migraciones, seguridad la humanidad se siente cada vez más desprotegida. La incertidumbre es un mal general que nos asola como nunca antes. Todos sabemos que necesitamos de transformaciones, pero ¿Cómo y cuándo? Los países, con sus sistemas democráticos debilitados no pueden; necesitan de conocimiento, recursos, tecnología, acuerdos. Requerimos de verdaderos acuerdos sustentables y justos dentro de los pises y entre países. La gobernanza es requisito insoslayable para pretender llegar a esos futuros deseados.
Estamos en un momento muy crítico para pensar en lo que vamos a construir o destruir como humanidad. Esperemos que en la Cumbre del Futuro 2024 de Naciones Unidas se marquen las grades pautas para continuar viviendo y sobreviviendo con más dignidad como especie humana.
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