Para incursionar, con algo de claridad, sobre las nuevas rutas que debemos seguir, vale la pena tener en cuenta lo siguiente:
Para comenzar, deberíamos desterrar de nuestro vocabulario, el exclusivo y excluyente objetivo del crecimiento económico. De ahora en adelante debemos hablar de desarrollo sostenible, en el que el crecimiento económico es sólo una condición necesaria.
Tenemos que avanzar, paralelamente, en la reducción drástica de la pobreza (no sólo la fácil, de carácter monetaria), en una mayor equidad, en redefinir nuestras relaciones con la naturaleza, en la reconstrucción de instituciones (públicas y privadas) eficientes y honestas. Es decir, caminar sólidamente en las cuatro dimensiones del desarrollo sostenible: la económica, la social, la ambiental y la político-institucional. En estas próximas elecciones, los candidatos que sólo hablen de crecimiento probablemente sean descartados por los electores más informados y conscientes.
Todos los países del mundo, comenzando por los países desarrollados, ya están deteniendo su crecimiento, girando, encaminándose con decisión hacia el desarrollo sostenible. Están creando e implementando estrategias verdes de desarrollo, reduciendo los gases de efecto invernadero, fabricando autos y trenes eléctricos, desarrollando energías renovables, creando industrias ambientales, ciudades sostenibles, cultivos orgánicos, industrias culturales, entre muchas otras alternativas. Cada país tendrá su ruta particular, pero todos se irán encontrando en un mundo sostenible, común, en algún momento del futuro. El que no lo haga será visto y tratado como un paria internacional, con todas las negativas consecuencias que ello implica.
El Perú tiene la opción de seguir en el camino tradicional a la cola de los países desarrollados, importando los miles de innovaciones que ellos van a crear y producir, o, el de construir nuestro propio camino hacia el desarrollo sostenible, creando nuestras propias innovaciones tecnológicas, productivas, sociales, políticas, institucionales. Este atajo hacia el desarrollo sostenible, este camino propio, justamente por audaz y creativo, nos dará la posibilidad de alcanzarlos, y eventualmente superarlos, aportando en el diseño y construcción del mundo del futuro (precisamente porque todavía mantiene muchas interrogantes).
Lo segundo que debemos eliminar de nuestro cerebro es la idea de que el Estado debe desaparecer, o que debe reducirse a su mínima expresión. La pandemia ha demostrado que el Estado está aquí para quedarse. En todos los países del mundo, de diversos sistemas, modelos económicos, regímenes políticos, estructuras institucionales, el Estado ha jugado un papel central, encarando (bien, mal o regular) las consecuencias de la pandemia. El sueño de Marx y de muchos liberales, de eliminar el Estado nunca va a ocurrir. Puede variar su tamaño, sus características, su relación con el sector privado y con la sociedad civil, pero su rol protagónico es inevitable. En lugar de perder energías en tratar de eliminarlo, debemos poner todo el esfuerzo en reformarlo, convirtiéndolo en promotor, redistribuidor, emprendedor (4), regulador, compasivo.
La clave para tener una sociedad moderna, democrática, estable y duradera, es lograr un equilibrio entre el Estado, el sector privado (y el mercado), y la sociedad civil. No sirve de nada, como sucede con frecuencia en el Perú, que alguno de estos tres pilares se dedique a despotricar y debilitar a las otros dos. Por ejemplo, una buena cantidad de periodistas se esfuerzan diariamente en señalar todos los defectos y problemas del Estado, creando una imagen aún más negativa de la que le corresponde; dificultando la indispensable sinergia tripartita.
Lo tercero que debemos hacer es reconocer, como nos lo señaló Peter Drucker (el padre de la administración moderna) (5), que estamos en plena "sociedad del conocimiento". En sus propias palabras: "El recurso económico básico ya no es el capital, ni los recursos naturales, ni el trabajo; es, y seguirá siéndolo, el conocimiento”. Hoy día, esto significa ciencia, tecnología e innovación (CTl).
Referencias:
(4) Ver el revelador libro de Mariana Mazzucato “The Entrepreneurial State”, Anthen Press 2013.
(5) Post Capitalist Society, Peter Drucker, New York 1994.
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