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Harry Orsos / Bicentenario inmejorable oportunidad CTI

El Bicentenario, una inmejorable oportunidad para la Cultura Científica y Tecnológica


En 2002, los integrantes del Acuerdo Nacional se permitieron firmar que equipar al Perú con 7 Museos de CTi sería Política de Estado, y que 3 sucesivos gobiernos -tan ilustrados como ellos- cumplirían esta encomiable tarea: Toledo debió inaugurar los de Lima y Arequipa; García los de Piura, Trujillo y Huancayo; a finales del gobierno de Humala, se habrían añadido los de Iquitos y Cusco. Para el 2016, 5 años antes del Bicentenario, buena parte de las nuevas generaciones de peruanos estarían viviendo la experiencia de visitar un espacio diseñado para despertar y potenciar su curiosidad, y el Perú estaría comenzando a acumular esa masa crítica de gente con cultura científica y tecnológica que es lo único que puede llevar un país al desarrollo.


Si seguimos empantanados en el subdesarrollo y la pobreza es porque, a diferencia de un mundo que procura tener un capital humano cada vez más competitivo tecnológicamente, la negligencia de esos 3 presidentes tuvo los mismos efectos que si se hubieran propuesto traicionar a su patria, saboteando el verdadero progreso del Perú. Que esta clase de prioridades esté fuera del radar de la mayoría de nuestra clase política es comprensible, puesto que haber visitado un Museo de CTi es un privilegio al que muy pocos peruanos han tenido acceso, y así es imposible imaginar sus beneficios. Pero podríamos haber esperado que sus asesores más educados -como sus Ministros de Educación, de Cultura, de la Producción, de Relaciones Exteriores, Directores del INC y Presidentes del CONCYTEC- les aportaran mayor claridad a nuestros tomadores de decisiones.


En 2012, la "Nueva Política e Institucionalidad para dinamizar la CTI peruana", que planteó la Comisión Consultiva para Ciencia, Tecnología e Innovación, presidida por Gisella Orjeda, hacía suya la “Política de Estado No. 20: Desarrollo de la Ciencia y la Tecnología” que aprobara el Acuerdo Nacional en 2002. Consecuentemente, también recomienda "La creación de museos de ciencia y tecnología" (pág. 32). 10 años después, ya no se precisa que deberían ser 7, como si tan ambiciosa cifra hubiera sido producto del exceso de entusiasmo de la primera vez: en línea con el libro que uno de sus integrantes había publicado en 2011 "Hacia Un Museo Nacional de Ciencia y Tecnología para el Perú”, seguramente les pareció que en nuestro país era más “realista” renunciar al uso del plural y contentarse con UN "Museo Nacional de CyT".


No estábamos llegando al Bicentenario en condiciones económicas ni políticas idóneas para permitirnos “sueños guajiros” como los 7 Museos de CTi del Acuerdo Nacional, pero la pandemia del COVID-19 pulverizó incluso el más modesto anuncio hecho en diciembre 2018 por CONCYTEC:


“El Perú trabaja en la creación de su primer Museo de Ciencia y Tecnología como homenaje, desde la creación e innovación, a la próxima celebración de nuestro Bicentenario. Así lo adelantó Marco Rinaldi, coordinador del Programa de Popularización de la Ciencia del Concytec, quien dijo que ya se analizan diversos locales donde funcionaría el museo. Para el 2021 se nos ha encomendado la tarea titánica de darle al Perú un museo de ciencia y tecnología. Será el espacio principal de promoción de la ciencia y tecnología de forma permanente. Estamos trabajando en ello dentro del proyecto Bicentenario”.


El experto detalló que se trata de una iniciativa del Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CONCYTEC) que se encuentra en pleno desarrollo.


Uno solo, que muy probablemente se decidiría construir en la capital no llegaría -por maravilloso que fuera- a tocar las vidas de una masa crítica de niños y jóvenes peruanos. Ciertamente, es mejor uno que ninguno, pero, sin proponérselo, terminaría reforzando el viejo centralismo que heredamos de la colonia, en el que una ciudad elige consistentemente beneficiarse primero a sí misma y posterga al conjunto del país. Si el Bicentenario de la Independencia del Perú no es, en primer lugar, una fiesta en la que participa todo el Perú; y, por el contrario, una minoría abusa de su poder y continúa acumulando privilegios a los que la mayoría no tiene acceso, estaríamos confirmando que la Independencia es una tarea que, 200 años, después sigue pendiente. En el mejor de los casos, esta estrategia apuesta a que, una vez construido el primer Museo de CTi, autoridades regionales que visitaran la capital podrían apreciar de primera mano el valor de poner esa misma experiencia al alcance de los niños y jóvenes de todo el Perú, y el ejemplo se replicaría y multiplicaría.


Sólo que un Museo de CTi digno requiere una inversión de entre 20 y 30 millones de dólares, y ya no hay tiempo para que el Bicentenario sea la fecha en que se inaugure uno, dando inicio a este proceso, como uno de los GRANDES y MUY VISIBLES pasos que marquen el inicio de la Década del Gran Salto en CTi.



A voltear el partido (que estamos perdiendo por goleada)

El Perú no debería llegar a su Bicentenario sin haber echado las bases de un cambio cultural en el que la CTi deje de ser una gran ausencia, siendo el único camino hacia el auténtico desarrollo.


Nuestra gran tarea es enriquecer nuestro ecosistema cultural con estímulos funcionalmente equivalentes a aquellos que las naciones industrializadas han diseñado para “alentar la búsqueda intelectual y de experimentación en sus nuevas generaciones, como los Museos de CTi. Si dejamos de insistir en que lo que hagamos en Perú sea exactamente como los Museos de CTi de otros países, podemos explorar propuestas innovadoras para lograr que en cada capital de región se instale un pequeño pero atractivo y potente MicroMuseo de CTi, de muy bajo costo y rápida ejecución, explícitamente planteado como un embrión de un futuro Centro de Cultura Científica y Tecnológica.


Proponemos que estas primeras exhibiciones estén conformadas por los aviones y helicópteros retirados del servicio activo que la Fuerza Aérea suele donar a municipios a lo largo y ancho del país, con el objetivo de que su atractiva presencia en lugares públicos despierte vocaciones por la aviación militar. En muchas partes, puede agregarse una vieja locomotora.


De hecho, los más formidables Museos de CTi del mundo exhiben esos mismos artefactos; las Universidades de cada región pueden sumarse equipando a cada MicroMuseo de CTi con una museografía básica in situ, complementarla con información en soportes electrónicos y con actividades llevadas a cabo por mediadores, que alienten la búsqueda intelectual y de experimentación en muchos niños y jóvenes, en todo el territorio nacional.


Actualmente, preside el CONCYTEC Benjamín Marticorena, autor de "Hacia Un Museo Nacional de Ciencia y Tecnología para el Perú” en 2011, y Francisco Sagasti, que también fuera integrante de la Comisión Consultiva para Ciencia, Tecnología e Innovación, presidida por Gisella Orjeda en 2012, es Presidente del Perú. Ambos pueden convocar y deben liderar esta movilización de recursos a nivel nacional para que en el Bicentenario las nuevas generaciones de peruanos tengan a su alcance un espacio que propicie una fecunda conexión con la CTi, que, insistimos, es el único camino hacia el auténtico desarrollo.


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