El presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, es un convencido de que Reactiva Perú es una panacea reactivadora y le “preocupa que se esté criticando a un programa que está siendo exitoso”. “La reactivación de Reactiva Perú es la herramienta más poderosa que tenemos”, ha dicho. Pero lo que no dice es para qué sería la herramienta más poderosa. ¿Para reactivar la economía? ¿Para asegurar la continuidad de la cadena de pagos? ¿Para evitar que cunda el desempleo?
Ni hablar, porque la economía está en caída libre (la que más cae en América Latina), más de 3 millones de peruanos han perdido su empleo y, por si fuera poco, la cadena de pagos ya se rompió porque Reactiva Perú llegó tarde y muy poco a donde debía llegar: a las empresas más vulnerables, que son las más pequeñas.
Privar de ese oxígeno financiero a la gran mayoría de medianas, pequeñas y micro empresas (Mipymes) formales e informales, ha significado conminarlas a que cierren sus puertas y a que dejen en la calle a cerca de la mitad de la masa laboral del país, lo que viene contrayendo el consumo privado (65% del PBI) severamente.
No hay que olvidar que las Mipymes son las mayores generadoras de empleo en el Perú y sus trabajadores tienen una propensión al consumo más alta que los trabajadores de ‘cuello blanco’, por lo que su exclusión masiva constituye el segundo peor golpe recesivo después del confinamiento.
Tampoco hay que olvidar que más de la mitad (55,1%) del consumo del país es abastecido por empresas de origen informal, por lo que al excluir al informal de las políticas de reactivación se genera un círculo vicioso de reducción de consumo y freno a la competitividad de toda la oferta de consumo.
Velarde saca pecho por haber permitido que 71,553 empresas recibieran créditos de Reactiva Perú 1, dentro de un total de 405 mil empresas formales. Dice que esas empresas generaban 1.8 millones de puestos de trabajo antes de la cuarentena, que representaban el 49.5% del empleo formal privado. Lo cierto es que no pasaban del 40% del empleo formal privado y, considerando todo el empleo privado llegaban apenas al 11%.
No le preocupa que más del 70% de los S/ 30.000 millones de Reactiva Perú 1 se haya concentrado en grandes empresas que no necesitaban de garantía estatal, por poseer suficientes garantías propias. Si necesitaban liquidez inmediata podían tocarle la puerta a su banco y obtenerla sin mayor problema y a tasas bajas. Al respecto ha dicho, “no se excluyó a ninguna empresa de recibir créditos, pues hubo más garantías (estatales) que lo demandado”; un tácito reconocimiento de que Reactiva Perú fue sobredimensionado.
¿Por qué razón se sobredimensionó?
Desde un inicio no hubo claridad en la conceptualización de Reactiva Perú. Por su denominación, uno pensaría de que se trata de un programa cuyo objeto era reactivar la economía. Pero no es así, porque su norma de creación es muy clara en señalar que su objeto es asegurar la continuidad de la cadena de pagos. Se trata de una típica medida de emergencia para darle oxígeno financiero a las empresas más vulnerables ante la parálisis de la economía generada por la cuarentena.
Velarde afirma que Reactiva Perú 2 será más flexible para llegar a empresas más pequeñas y al sector informal. Pero no es así, porque no se abrirá la cancha a empresas con calificación crediticia menor a problema potencial. Las mismas empresas recibirán un monto mayor al de Reactiva Perú 1, hasta un equivalente de 3 meses de ventas.
También dice que en Reactiva 2 ahora sí se beneficiarán empresas informales con deudas en el sistema financiero. Sin embargo, el BCR mantiene excluidas de las subastas de recursos de Reactiva Perú a entidades especializadas en créditos a emprendedores informales, como son las edpymes. A todas luces un contrasentido.
Además, se ha excluido del oxígeno provisto por Reactiva Perú 2 a más de 2 mil empresas sancionadas por el Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado (OSCE), por faltas administrativas menores que nada tienen que ver con delitos de corrupción, Lava Jato o clubes de la construcción. Son empresas que dan trabajo a no menos de 80 mil personas y que, sin salvavidas, agravarán la ruptura de la cadena de pagos.
La reactivación de la economía no puede seguir siendo enfocada de arriba hacia abajo. Hay que impulsar una reactivación concebida desde la base de la pirámide económica y social hacia arriba.
La mayor parte de los fondos del Estado dedicados a la reactivación deben servir como palanca para reducir la informalidad empresarial y laboral. Créditos a mediano plazo para empresas informales y emprendedores, dando soporte a planes de desarrollo empresarial por cadenas productivas y redes de micro, pequeñas y medianas empresas competitivas, aplicando tecnología de punta.
Esta crisis profunda es también una gran oportunidad histórica para cambiar y convertir al Perú en un país sin vulnerabilidad en el empleo, formalizado, bancarizado, inclusivo, con seguridad alimentaria y nutricional, transporte público digno y seguridad social integral.
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