Gabinete Vásquez y clima de confianza
El retiro de Guido Bellido del premierato ha sido un bálsamo para una economía estresada por la incertidumbre y los índices de confianza cayendo, todos en picada. Un alivio al menos momentáneo, no por significar un giro hacia el centro, sino al menos un guiño a la cordura en gestos y discursos. Su reemplazante, Mirtha Vásquez, es tan socialista como el díscolo Bellido, pero se distingue de él por poseer sentido común, ideas más claras y los pies mejor puestos sobre la tierra.
Este solo hecho inyecta una cuota de oxígeno político a un gobierno lánguido desde que asumió el mando el 28 de julio, que ha venido vegetando sin un norte claro, enredado entre una sucesión de actos simbólicos sin mayor contenido concreto, sus peleas por la repartija del poder entre facciones castillistas y cerronistas, y la amenaza de un proceso de vacancia presidencial auspiciado por la oposición.
Si bien el reformado gabinete presenta menos flancos críticos que el anterior, mantiene tres flancos de peligro. En Interior, el nuevo ministro Luis Barranzuela constituye una amenaza en la medida de que asuma como misión crear un manto de impunidad para los delitos de Vladimir Carrón y los “Dinámicos del Centro”, así como para los delitos de narcotráfico y la siembra de coca en el VRAEM.
En Cultura, la nueva ministra Gisela Ortiz sería una amenaza en la medida de que asuma como misión lavarle la cara a Sendero Luminoso y a la memoria del “Presidente Gonzalo”, mientras torpedea la iniciativa privada oponiéndose a sus proyectos de inversión. En Educación, el nuevo ministro Carlos Gallardo puede ser una amenaza para el avance de la reforma educativa, en cuanto es un recalcitrante opositor a la meritocracia y la aplicación de evaluaciones como fundamentos de la carrera magisterial.
A ello se agrega la permanencia de Walter Ayala en Defensa y de Roberto Sánchez en Comercio Exterior y Turismo, quienes no cumplen con mínimas competencias en sus respectivos sectores. También se añade la presencia de cerronistas a la cabeza de organismos tan sensibles como el Indecopi y la Dirección de Inteligencia, cuestionados por su falta de idoneidad y su pretendido afán de desmantelamiento institucional.
Nadie espera que un gobierno de izquierda designe en cargos claves a personajes de derecha. Lo que sí se esperaría de un presidente que aspira a cumplir sus 5 años de mandato, sin interrupciones, es que realice el mayor esfuerzo por seleccionar para esos cargos a los mejores cuadros con los que puede contar la izquierda.
Mientras el tejido burocrático del Ejecutivo siga plagado de tumores cancerosos, la confianza no alcanzará la cúspide que se necesita para que la economía pueda crecer a un ritmo sostenido del 4% anual. Si no se alcanza ese ritmo, el desempleo y el subempleo serán el caldo de cultivo de revueltas sociales que podrían ser más venenosas que las amenazas de vacancia de la derecha.
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