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Foto del escritorAnálisis Efectivo

Jorge Chávez / Guerra electoral (2 de 3)



Escenarios de guerra electoral y post electoral


Para ellos la cosa es muy simple. “Los de la sierra”, los “otros”, los distintos a “nosotros”, todos ellos son comunistas. Y Castillo para ellos es tan comunista como Cerrón y ambos son igual de pro senderistas, terroristas y corruptos. Ni qué se diga de los ronderos, que también lo son.


El factótum de quienes siguen esta visión maniquea de la política y la sociedad peruanas es el almirante Jorge Montoya; experto en buques de guerra y en cuadricular la realidad del Perú en dos colores: blanco y negro. O mejor dicho, blanco y cholo (pronunciado despectivamente). Si eres blanco todo bien, salvo que seas de aquellos que osan analizar las cosas con todos sus matices, en cuyo caso eres un “caviar”. Sambenito crucial para descalificar al blanco o criollo pensante y así hacer prevalecer su visión dogmática y caricaturesca de la realidad del Perú.


Su apuesta hoy es que la retahíla de exigencias extemporáneas que Keiko ha presentado ante el JNE y la ONPE, les permita dilatar tanto el proceso como para evitar que antes del 28 de julio pueda instalarse el nuevo gobierno y así el almirante pueda fungir de presidente del Congreso con banda presidencial del Perú, encargado de anular las elecciones y convocar otras.


De hecho, Montoya fue el primero en exigir que se anulen las elecciones, presionando a Keiko para que más allá de su frase “vamos a respetar el veredicto del JNE” se anime a demandar la anulación del proceso electoral ante un juez, con el pretexto de haberse percatado de que el pleno del JNE tiene que estar compuesto por 5 magistrados y no por 4.


En buena cuenta, los escenarios en juego son cuatro, Un primer escenario en el que Keiko y sus halcones logran doblegar al JNE permitiendo que Castillo pierda 200 mil votos, lo que conllevaría a la proclamación de Keiko como presidenta. En ese contexto cualquier chispa encendería la pradera al estilo colombiano. Los ronderos se radicalizarían y junto a los reservistas de Antauro, organizarían una rebelión abierta contra el Estado, con atentados orientados a la conformación de zonas liberadas.


Los proyectos mineros serían saboteados. Pudiera ser incluso que los más radicales seguidores de Cerrón opten por asesinar a Castillo para hacerse de un mártir aglutinante, de paso que se deshacen de un estorbo. La inversión huiría del país por muchos años mientras no amaine el clima de guerra civil.


A diferencia de Sendero Luminoso, cuya actuación violentista merecía el rechazo de la inmensa mayoría de la población, incluidos los ronderos, ahora tendríamos una guerrilla con la cual simpatizaría la mitad de la población que se sintió burlada por el sistema electoral y por una derecha cavernaria que por años no ha mirado más allá de sus narices, en colusión con políticos corruptos.


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