Jorge Chávez / Populismo, hambruna y ollas comunes (2 de 2)
- Análisis Efectivo
- 21 nov 2021
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Mientras la deuda pública ha seguido creciendo y ya llega a un inédito 35% del PBI. Y seguirá subiendo si el Congreso de la República no se pone los pantalones largos para poner coto al populismo, desenchufa el ventilador y comienza a poner un cierto orden en Casa de Pizarro.
Si seguimos así, el símbolo del desgobierno de Pedro Castillo dejará de ser su caro sombrero de paja, y pasará a ser la olla. No la olla llena que prometía Ollanta Humala, sino la olla vacía que como un fantasma pone en pánico cada madrugada a las madres de familia encargadas de las 2.500 ollas comunes en un país donde más del 80% de su fuerza laboral trabaja en la informalidad, sin ningún viso de que esta cifra pueda disminuir en el futuro cercano.
En lo que va de 2021, más de 270.000 personas aún no recuperan sus puestos de trabajo y más de 2 millones no recuperan su anterior nivel de ingresos. La inflación acumulada a octubre ya llega a 5,23% y la mayoría de los productos siguen en alza (de los 532 productos de la canasta familiar 379 subieron de precio en ese mes).
La lucha contra la malnutrición es una tarea urgente. La alimentación saludable es un derecho del pueblo. En lugar de regalar plata con ventilador, el gobierno debería dar soporte a las organizaciones de Ollas Comunes y Comedores Populares de los distritos más afectados por la falta de alimentos, para poder completar su equipamiento (cocina, gas, agua, refrigeración) e implementos para preparar los alimentos.
En las zonas más afectadas de cada distrito, en coordinación de las municipalidades, debiera organizarse un sistema de entrega de alimentos de alto contenido nutricional, provenientes directamente de la agricultura familiar. Ello en función a un cálculo de necesidades de nutrientes y calorías según la configuración poblacional (niños, adultos y tercera edad), con entrega de víveres con periodicidad de quince días como máximo (arroz, papa, leche, cebada, morón, menestras, hortalizas, huevos y pescado en conserva).
También debe organizarse centros de acopio y empaquetado localizados estratégicamente, con ayuda de la empresa privada y el Instituto de Defensa Civil, en coordinación con las municipalidades y las organizaciones de Ollas Comunes y Comedores Populares.
En paralelo, se debe ayudar a los agricultores y pescadores artesanales a que se organicen asociativamente para poder recibir asistencia técnica e insumos de calidad, así como para articularse a una logística eficiente, capaz de poner sus productos directamente en las ollas comunes.
Martín Caparrós decía: “nada ha influido más en la historia de la humanidad. Ninguna enfermedad, ninguna guerra ha matado más gente. Ninguna plaga sigue siendo tan letal y, al mismo tiempo, tan evitable como el hambre.” Ojalá que Pedro Castillo sepa comprenderlo, antes de que sean los hambrientos que votaron por él quienes en su desesperación decidan que ya es tiempo de cambiar la historia.
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