Revisaba el informe, que me había compartido un amigo profesor de San Marcos, “Perspectivas económicas de América Latina 2020 TRANSFORMACIÓN DIGITAL PARA UNA MEJOR RECONSTRUCCIÓN”, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la CAF‑Banco de Desarrollo de América Latina, la Unión Europea (UE) y el Centro de Desarrollo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), y fue una feliz coincidencia de pensamientos, -tal como lo he sostenido en comunicaciones diversas-, con la suma de tantos expertos de primer nivel de potentes instituciones, en el desarrollo económico social.
“Este informe es el Pilar 1 del Fondo Regional para el Desarrollo en Transición para América Latina y el Caribe de la Unión Europea, una iniciativa liderada por la UE e implementada conjuntamente con la OCDE, el Centro de Desarrollo de la OCDE y la CEPAL”, lo que le da el respaldo suficiente, para que las autoridades peruanas, lo implementen a la brevedad, con la cooperación del sector privado. Todos juntos, poniendo todas sus fortalezas a disposición. Es cuestión de organizarse, para lograr llevar a cabo las recomendaciones del Informe a nivel nacional, procurando el apoyo de la cooperación internacional.
En Sudamérica, tenemos un grave problema de integración física, porque es un territorio discontinuo, que resultan en cinco islas: 1. Plataforma Caribe; 2. Cornisa Andina; 3. Plataforma Atlántica; 4. Enclave Amazónico; 5. Enclave Sur Amazónico. Islas que pretende unir el proyecto IIRSA Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana, foro de diálogo, entre las 12 repúblicas de Sudamérica, que tiene como objetivo la planificación y desarrollo de proyectos para el mejoramiento de la infraestructura regional de transporte, energía y telecomunicaciones.
Estos ejes de integración y desarrollo, son necesarios, para superar los obstáculos hacia el desarrollo a las que nos enfrentamos y se han agravado con la pandemia. Recuerdo en una clase de Geografía Económica, que escuché algo muy cuerdo. Algo así, cómo: “Para que la sangre, fluya por todo el cuerpo, se necesitan vías principales, arterias, y vías secundarias, venas. Estas cubren todo el cuerpo, y tienen que irrigarlo todo, para que este funcione bien, con fuerza y empuje. Zona en que no llegue la sangre, se atrofia y muere. Así, similarmente, son las carreteras y los caminos. Y estos deben cubrir todo el país, porque si no llegan, los territorios con sus pobladores se debilitan, no se potencia el territorio, no se integra, se le excluye, y se desaprovecha la oportunidad”.
Y bueno, nuestro déficit en infraestructura supera los 160 mil millones de dólares según la Asociación de Fomento de Infraestructura Nacional. Lo que significa, que no estamos aprovechando toda la potencialidad de nuestro territorio nacional. Para cerrar esta brecha, para mejorar unas de las peores infraestructuras en América del Sur y al mismo tiempo proporcionar un impulso a nuestra economía, se ha lanzado el Plan Nacional de Competitividad y Productividad para articular los esfuerzos tanto del sector público y privado en materia de competitividad y productividad, lo que comprende infraestructura, con el fin de ir otorgando a todos los peruanos la oportunidad de alcanzar mayores niveles de ingresos y bienestar.
Por eso esta transformación digital que propone el Informe, nos daría una gran oportunidad de integrarnos. Y para ello, hay que generar una infraestructura digital, que en la pandemia hemos visto relucir su ausencia, con alumnos que no podían acceder a la educación virtual, y en dónde muchas pequeñas empresas fueron cerrando por no acceder cultural y tecnológicamente al teletrabajo, o porque no tenían ni acceso a internet. Esto significará un cambio cultural, que hay que trabajarlo, porque la conectividad permite integrar a las personas, las empresas, los mercados y las instituciones, y eso genera muchas oportunidades
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