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Juan Risi / Agricultura y gobierno (8 de 8)


Lo que la Agricultura Necesita del Próximo Gobierno



6. Fortalecimiento de los gremios de productores

La débil representatividad y limitada capacidad técnica de los gremios agrarios son parte del desorden e informalidad que afectan a la gestión de la producción agraria. El problema de esta representatividad se ha agravado aún más con la descentralización y el abandono de la planificación de los cultivos, al extremo que varios rubros que ocupan extensiones significativas y que aportan al PBI agropecuario, no cuentan con interlocutores para atender su problemática en relación con el gobierno nacional, ni para solicitar a los gobiernos regionales mayor apoyo y medidas concretas en beneficio de las actividades agrarias.

La aplicación de normas legales y reglamentos lejanos a la realidad, han impedido la renovación en varios gremios o han causado divisiones en los mismos, de manera que es difícil trabajar en soluciones integradas a las problemáticas de cadenas productivas de varios rubros. Se ha perdido la capacidad de buscar soluciones integrales a problemas, como sucedió en la caída del precio de la papa a inicios de 2018 y en donde, ante la ausencia de interlocutores válidos a nivel nacional, se tuvo que llegar a acuerdos departamentales y hasta provinciales.

Esta debilidad, evidente en los gremios de productores, impide además capacitar a dirigentes representativos en habilidades de gestión de negocios y en asociatividad, y repercuten en el rezago de la agricultura a todos los niveles del país. La debilidad de los gremios impide además que se logren acuerdos para una mejor planificación de planes productivas, así como mejorar la comercialización de los productos y en general para lograr beneficios a los agricultores familiares a través de acuerdos consensuados entre productores y los diferentes niveles de gobierno. Es además hasta peligroso en regiones en donde los cultivos tradicionales se superponen con cultivos ilegales.

En 2004 se estableció el Consejo Nacional de Concertación Agraria (CONACA), espacio en donde 24 gremios de productores de diferentes rubros participaban junto con 5 representantes del gobierno nacional, en la elaboración de planes y políticas agrarias. Gracias a este mecanismo, se elaboraron planes de las cadenas productivas de café, algodón, arroz, leche, caña de azúcar y maíz amarillo duro – avicultura – porcicultura, logrando además elaborarse un Acuerdo de Competitividad de esta última, quedando pendiente su reglamento para auto gravámenes. El CONACA, además, propuso a los representantes de los gremios que en algún momento formaron parte del Comité Directivo del SENASA. Lamentablemente, este trabajo, como muchos otros en el sector no fue continuado, y los gremios, sobre todo aquellos relacionados a la agricultura familiar, se han ido paulatinamente debilitando.

Es preciso, en aras de mejorar la gestión de la producción agraria y de desarrollar la agricultura familiar, y fortalecer los gremios agrarios, dotándolos además de las destrezas necesarias en la gestión de negocios y asociatividad. Para ello, debe reestablecerse el CONACA, que tiene sus normas y reglamentos establecidos y otorgar un plazo prudencial a los gremios para que se reincorporen al mismo. Una vez que el CONACA entre en funciones, se establecerán gradualmente los auto gravámenes en gremios consolidados para mejorar la competitividad de la respectiva cadena productiva.

A manera de conclusión

Los seis puntos desarrollados son fundamentales para que la agricultura nacional progrese. Los años nos han mostrado un agro desigual, con crecimiento del sector agroexportador, pero con una agricultura familiar rezagada y poco desarrollada, lo cual no contribuye a un país sostenible y que se incorpore a la modernidad global. Ello se traduce en un abandono gradual del campo por los más jóvenes. Somos un país diverso y rico en productos y no hemos sabido sacar provecho de ello. No debemos olvidar que la agricultura utiliza 25% de la PEA, que se eleva al 40%, si se considera la cadena agro alimentaria y contribuye con 7% al PBI, contribución que podría llegar hasta el 12% si se incluyen las actividades relacionadas como: la agroindustria, la comercialización y el transporte. Sin embargo, la pobreza en el sector rural está en alrededor del 46% de los habitantes. Todos hemos sido testigos en los tiempos de pandemia, que los agricultores continuaron abasteciendo a las ciudades con alimentos de primera necesidad a costa de su propia salud. En la mejora del clima social y la modernidad del sector rural puede descansar la verdadera reconciliación de las ciudades del Perú con el campo.

Agradezco a mi amigo Carlos Ginocchio Celi, por la revisión del texto y por sus aportes


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