Esta frase que resume la situación del Perú le pertenece al Profesor Carlos Meléndez, analista peruano residente en Chile, cuándo comenta el desmadre constituyente en ese país. Aquí-sin Constituyente-ya estamos en el infierno político. Frase dura y acertada que se aplica al Perú.
En un informe de evaluación del primer año de gobierno de Dina Boluarte, la agencia Bloomberg-repitiendo el diagnóstico del Banco Mundial- sostiene que “el largo auge económico de Perú se ha ido al traste” y cita para ello las tasas de crecimiento anual del PBI: 2001-2019 (4.8%), 2020-2022
(2%) y la de 2023 (-0.6%).
Un 27,5% de la población está en pobreza, nivel tan alto como en 2011 y que el gobierno reconoce que aumentará. El informe cita cifras del Banco Central de Reserva sobre la mayor fuga de capitales de la historia (17,000 millones de dólares) en 2021, proceso que sigue y que llegó a 1.900 millones salidos del país en el tercer trimestre de este año.
La economía se ha contraído durante cinco meses consecutivos, la inversión privada se ha desplomado durante cuatro trimestres consecutivos y el empleo ha empezado a caer. La calificación crediticia de Perú con Fitch Ratings y S&P Global Ratings se mantiene dos escalones por encima de “basura” y Moody’s Investor Service, está tres niveles por encima de “basura”, y su perspectiva es negativa desde hace casi un año. La rentabilidad del 6.4% generada por los bonos peruanos es inferior a la rentabilidad media del 10.7% de la deuda pública latinoamericana, según un índice de Bloomberg.
El gobierno espera que la economía crezca el 2024 en 3%, un objetivo prácticamente inalcanzable según economistas consultados. Pero aun si se lograra, esta cifra es insuficiente para devolver al Perú su preeminencia entre las principales economías de América Latina ni para cambiar mucho su situación actual.
Para Bloomberg tres causas explican el desastre: la inestabilidad política (siete presidentes en ocho años) como reconoce una encuesta del BCR, el malestar social (por ejemplo, la impunidad por los fallecidos en las protestas) y la falta de credibilidad en el gobierno de empresarios y trabajadores.
Cuando nadie cree en el gobierno, no hay otra solución que cambiarlo.
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