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Julio Schiappa Pietra / ¡No me analices compadre!

A mí me dan rabia los analistas políticos que no conocen la geografía, la sociología y la idiosincrasia de este complejo país y de América Latina. No leen ni viajan y crean mamotretos desde sus oficinas en Lima, o, sesudas leyes sin aplicación, que jamás han pasado por un crucial tamiz de verdad: la opinión ciudadana. Y en el periodismo peruano, experto en descubrir bacterias asesinas en los CV de todos los políticos, el mal de la superficialidad y la improvisación Chotana, es un virus que corroe la verdad y malogra la ciencia, razones y datos, de varios artículos que hablan del fenómeno de crecimiento de la izquierda en 60% de América Latina.


La manía de no llamar anti democráticamente a los que saben, lleva a que conservadores declarados, fundamentalistas reconocidos y liberales despistados terminen por no entender que pasa con la izquierda. Nunca, en el buen periodismo, se llama a los especialistas de un solo lado a opinar sobre sus contrincantes ideológicos. No es objetivo, no permite llegar a la verdad y tampoco es honrado porque la elección demostró que 8,560,000 votantes por Castillo o el progresismo merecen ser representados en los medios de comunicación. 90% de los comentaristas en todos los medios son de una opinión contraria al ganador de las elecciones. Made in Perú: solo opinan los enemigos de mis enemigos.


Empiezo por citar una nota llena de simplificaciones y sesgos nada científicos de Ana Bazo en El Comercio de ayer domingo. En su artículo, se denomina "populistas" a Bukele, AMLO, Castillo, Bolsonaro, Arce, Ortega y Maduro. Sería porque son presidentes que "prometen cosas que no podrán cumplir" (Sic). Razonamiento primarioso, que mete en un mismo saco a populistas de izquierda y de derecha, a neo fascistas de derecha como Bolsonaro, a corruptos autoritarios a lo Putin, como Ortega y Maduro.


O a un político como Bukele que ha encontrado la ruta rápida para acabar con las Maras- los asesinos más crueles del mundo- sin paredón y con penales tipo Challapalca para los terroristas del crimen.


O peor aún, a Pedro Castillo, sin un proyecto político, ideológico, o de reformas identificable, cómo dice-en un artículo brillante- Juan Manuel Robles en Hildebrandt en sus Trece. De populista, nada, no entra en esa camisa de fuerza.


Meter todo esto en una sola canasta populista, cómo hace la colega Bazo de El Comercio, es hacer un arroz con mango verde.


Llama la atención, que en la caracterización que comentamos, no se incluya al régimen peronista de Cristina Kirchner y Alberto Fernández. Ese si es populismo del original y con 70 años de historia.


Entender la nueva izquierda de LATAM llama más bien a evitar la simplificación, para descalificar a todos los izquierdistas por la carga de promesas que no se cumplen, supuestamente característica del populismo. Además, un rasgo-para mi central- del populismo de derecha moderno, es que captura banderas sociales de la izquierda y las hace realidad ganando el gobierno. Ejemplos sobran. Basta el de Víctor Orban en Hungría o el de Trump en EEUU. Se robaron las banderas de una izquierda que olvidó la justicia social o el nacionalismo y que tiene ahora su eje en las reivindicaciones de minorías sexuales, el ecologismo y demandas de las comunidades étnicas.


Más bien en estas nuevas izquierdas, hoy el mercado es una herramienta fundamental del desarrollo. Y es la Democracia Parlamentaria “el mejor de los sistemas porque es el que se perfecciona y ajusta permanente". No es Teng Siao Ping el que lo dice, sino José Mujica, el padre fundador de esta nueva corriente latinoamericana, ni comunista, ni chavista, en acelerada definición. Reducir ese complejo proceso, que abarcaría a la mayoría de los gobiernos de izquierda de América Latina, al populismo, es un grave error de análisis y de ignorancia.


Inserto:

"Peor aún son frases que pretenden quitarle carácter ideológico a estos movimientos, cómo un demerito. Lo hace el respetable internacionalista liberal Francisco Belaúnde. De cuando acá los cambios que están recién fermentando dan lugar tan rápido a ideología y corrientes definidas. Estamos en una transición, a nivel mundial, dónde los viejos paradigmas dentro de la izquierda y la derecha están cambiando aceleradamente. Cambiar y ganar elecciones es un gran mérito de los pueblos y los líderes, respetemos el proceso y no pidamos peras al Olmo."


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