¿Cuánto es el tiempo necesario para descolmatar un río, para elevar defensas en puntos críticos, para poner cisternas gigantes bajo tierra para desviar las aguas o salvar los puentes con obras de reforzamiento? Dicen los ingenieros entre 4 y 5 meses. Las primeras lluvias se inician en la segunda parte de noviembre y para fines de diciembre se prevén las primeras aguas del diluvio. No calzan las fechas. El estado tiene que dejar las obras más grandes para abril 2024 y hacer un giro hacia una agenda corta de obras indispensables. Lo exige el mínimo criterio de gestión pública
Hace días un amigo, especializado en hacer análisis del futuro con el uso de IA y los softwares más avanzados, me dijo algo clave: "hay que empezar analizando escenarios de catástrofe para entender mejor las consecuencias de gerenciar mal las crisis del estado o de las empresas". Su tesis es que si no nos ponemos en el peor escenario tendemos a ser muy optimistas respecto al futuro. Y en la vida de un país o una empresa es clave predecir los escenarios catastróficos que pueden derivarse de malas decisiones de gestión o del impacto de guerras, terremotos y otros eventos de la naturaleza.
Tal es el caso del Perú, frente al efecto combinado de dos Niños sucesivos, una crisis económica en medio de un escenario internacional de guerras regionales, y una crisis política que debilita estratégicamente al país. Sin embargo, si seguimos este análisis catastrófico, en el caso de El Niño, podemos registrar impactos humanos y materiales que pueden afectar el desarrollo del Norte del país. El impacto en la Agroindustria ya se hizo sentir con Yaku, generando la crisis del limón y del mango. Nada frente a la ralentización de la cadena productiva de exportación con el impacto de un Niño Fuerte. La destrucción de canales, puentes y caminos, con un impacto por varios meses de calor tropical, puede multiplicar todos los récords y generar una gran catástrofe.
¿Está claro el impacto de El Niño para el Gobierno Nacional? No parece porque el Premier y los Ministros anuncian el impulso a inversiones gigantescas para atenuar los efectos de huaycos e inundaciones. Pero si el propio MEF ha invertido solo 27% del Presupuesto de Obras para el diluvio, Regiones y Alcaldías como PIURA y LAMBAYEQUE no tienen aún ni las cifras de inicio de sus programas de inversión. Hay una crisis dentro de la crisis, y es de falta de realismo. El Premier, al fin de cuentas un pequeño burócrata sin visión de hombre de Estado, repite el mismo mantra que todos los funcionarios públicos: "las obras estarán listas en Diciembre".
Basta ver las tasas de inversión del MEF, Ministerio de Salud, Vivienda y Agricultura. No corregir el rumbo, motivado entre otros, por el festín de gasto público que significa la ausencia de licitaciones, terminara con el Gabinete Otárola. Dirigen una emergencia con la velocidad de un ciempiés. El país entero no los perdonará si no corrigen el rumbo hacia la prevención humana.
Es una tarea gigantesca: salvar vidas, curar heridos y evitar que el dengue arrase con los sobrevivientes. La escasa información existente revela que el Premier Otárola y sus ministros priorizan la masiva obra pública y que las medidas de prevención humana están sumamente atrasadas para orientar recursos hacia la prevención orientada al ser humano. Este giro que proponemos debe garantizar albergue, comida, agua atención primaria de salud y prevención de epidemias, para los miles de damnificados. En el 2017 fueron 87 mil.
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