Quisiera pensar con optimismo que con lo dicho hasta ahora los haya convencido de la necesidad del mejoramiento genético en la producción de alimentos. Sin embargo, existe una amplia percepción en la sociedad, alimentada frecuentemente por los medios, de que la mejora genética es algo negativo.
Al contrario, en todos los medios de comunicación, así como en las redes sociales el comer “productos naturales” es muy popular. Los productos mejorados genéticamente (tanto por la genética tradicional o por la biotecnología) deben ser evitados a toda costa como algo artificial, y peor aún, son considerados como la creación exclusiva de las “grandes transnacionales de la industria de los alimentos”. Una complacencia que cualquier consumidor amante de su familia e interesado en su salud no puede ni debe darse.
A pesar de la mala prensa un paseo por un supermercado cualquiera nos convencería de que los productos que compramos hoy como “naturales” no existían hace 50 años o no se parecen a los de hoy. Es una realidad que la gran mayoría de productos –cereales, frutas, verduras, etc.- se renuevan cada cierto tiempo de la mano de la genética para hacerlos más resistentes a las plagas y enfermedades, con una vida de anaquel más larga que evite el desperdicio o sencillamente con alguna nueva característica que responda a los gustos y preferencias del consumidor.
De manera que si nos empecináramos en comprar solo productos con la genética de hace 50 años volveríamos con la canasta casi vacía: con seguridad agua natural, uno que otro vino añejo, papas nativas y paremos de contar. De los productos hidrobiológicos solo los no cultivados cumplirían nuestra exigencia sibarita.
Tomemos como muestra el tomate. Hace 50 años no existían los tomates cherry, datterino, Kumato (marrón rojizo), azules (alto nivel de antocianinas), perita amarillos, etc. También los tomates con maduración ralentizada o los seleccionados para la cosecha mecánica (para la producción de salsa y puré de tomate).
Todas estas variedades fueron desarrolladas con las técnicas de mejoramiento clásica. Sin embargo, el 15 de setiembre del año pasado se inició la comercialización en Japón del tomate Sicilian Rouge High GABA desarrollado por la compañía Sanatech Seed Co. en colaboración con la Universidad de Tsukuba.
Esta novedosa variedad de tomate fue desarrollada con la tecnología de edición de genomas CRISPR-Cas9 y contiene de cuatro a cinco veces más el ácido gamma-aminobutírico (GABA por sus iniciales en inglés), un aminoácido que se considera eficaz para controlar la presión arterial alta, que el tomate normal.
Asimismo, a inicios de este año se reportó en la revista Nature Plants la acumulación de provitamina D3 en tomate mediante la edición de genomas que modifica una sección duplicada de la biosíntesis de fitoesterol para proporcionar un alimento biofortificado. Se considera que más de mil millones de personas en el mundo que sufren de insuficiencia de vitamina D se podrían beneficiar de una fuente vegetal novedosa de esta vitamina.
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