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Luis De Stefano Beltrán / La Rebelión de la Granja (2 de 2)

Europa, la cuna del Renacimiento y la Ilustración es ahora un avispero de activismo anticientífico que no debemos imitar y mucho menos escuchar. A nuestro escaso desarrollo científico le debemos agregar ahora la inacción del estado ante el avance de las ONGs ambientalistas que en los últimos 20 años demonizaron, por ejemplo, los logros de la Revolución Verde. El CONCYTEC, la Academia Nacional de Ciencias, las universidades, el MIDAGRI y el MINAM callaron en todos los idiomas el constante ataque al legado de Norman Bourlag, padre de la Revolución Verde, con todo lo que ello significa.


El sector privado exportador prefirió dedicarse a trabajar la tierra, lo que está muy bien, pero en la práctica le quitó el cuerpo a la batalla de ideas. El resultado de este silencio o descuido es que en el imaginario de la sociedad peruana urbana se ha instalado que “orgánico” es sinónimo de saludable o de sustentable y que es el camino a seguir. Los medios repiten lo que escuchan y desde hace unos 20 años solo se escucha el mensaje de las ONGs ambientalistas. Durante los debates de las dos moratorias de los transgénicos (2011 y 2020) solo se escuchó su prédica de miedo y su “escepticismo” hacia la ciencia y hacia los pocos científicos que se atrevieron a dar la batalla. Cualquier intento de poner la ciencia en medio del debate era calificado como un aliado del cuco Monsanto. Más de un científico que se atrevió a levantar su voz con razones y evidencias fue calificado como Mr. Monsanto por los sacerdotes de la liturgia anti OGM. Podríamos afirmar que la política de la cancelación llegó al Perú de la mano de las ONGs ambientalistas para quedarse.


George Orwell en su fábula mordaz sobre el gobierno soviético La Rebelión en la Granja nos narra como un grupo de animales de una granja expulsa a los humanos tiranos y crean un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en otra tiranía brutal. En nuestra sociedad, la razón y la ciencia han sido expulsados del discurso público por el ambientalismo que se ha convertido en el status quo. Sus activistas se basan en los anuncios cada vez más catastróficos del IPCC para imaginar nuevas prohibiciones. Al igual que en la novela hay un Napoleón que terminará expulsando a Snowball. Será la izquierda radical la que terminará cooptando al movimiento ambientalista inicial, si es que ya no lo ha hecho. Es muy difícil, casi imposible, encontrar a un ambientalista de derecha o de ideas liberales. ¿No nos dice eso algo?


Depende de nosotros si como los granjeros vecinos a la Granja Animal terminamos felicitando a Napoleón por el éxito de la granja o si decidimos pelear la batalla cultural desde las universidades y laboratorios de investigación. En las palabras de Daniel Ogden (Universidad de Upsala), “…George Orwell nos ofrece el camino cuando habla del papel liberador de la ciencia y tecnología ante cualquier intento totalitario de pensamiento único. En su novela 1984, retrata a la ciencia como la primera línea de defensa contra cualquier totalitarismo. Para Orwell esto se resume en la simple ecuación dos más dos es cuatro. No nos debe sorprender que todos los esfuerzos del Partido estén dedicados a hacer que la gente finalmente crea que dos más dos es cinco (ie. todo lo natural es bueno e inocuo) inclusive a través de la tortura.


Si el Partido puede manipular la realidad y la mente de las personas entonces podrá alcanzar el poder absoluto sobre nosotros. Sin duda, Orwell describe el uso negativo de la tecnología, pero esto no se debe a que la tecnología sea mala en sí misma, sino por el uso que le da el régimen totalitario dominante. A pesar del final pesimista de la novela, con el personaje principal Winston Smith reconociendo su amor por el Gran Hermano, Orwell sostiene que un régimen totalitario totalitario no puede durar para siempre, simplemente porque dos más dos no puede ser igual a cinco. Cualquier intento de establecer una sociedad basada en esta premisa ilógica está destinada al fracaso…”. Recordemos esto siempre cuando nos intenten vender ambientalismo como ideología o como la nueva religión urbana (Michael Crichton dixit). Si una premisa no tiene una base científica sólida NO debe ser tolerada ni aceptada. Al contrario, debe ser denunciada. La comunidad científica peruana tiene la palabra. Napoleón no puede ganarnos.


Referencias:

El autor es: Profesor e Investigador en la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Las referencias usadas en la preparación de este artículo pueden ser obtenidas escribiendo a luis.destefano@upch.pe


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