Novena idea: la dimensión de organización y gestión que corresponde a lo que en economía se denomina categoría y matriz de organización y funciones debe ser aplicada a las instancias decisoras y reguladoras de la economía en el Poder Ejecutivo y en el Poder Legislativo, así como a sus homólogos subnacionales, para que exista la mayor probabilidad de generación y circulación de información para toma de decisiones así como para estas se adopten en un proceso y en un sistema lógico y racional, aunque bien sabemos que tales decisiones también comportan factores menos lógicos y no racionales que es deseable y posible reducir al máximo mediante la participación y la transparencia. Justamente no es posible tener participación ni transparencia si no hay «partes» del sistema político-administrativo y de gestión económica que no se correspondan para un flujo dinámico. Por esta razón no pocos estudioso medidas de transparencia se basan en la opinión de actores, que siguiendo el método general de «jueces» oculta los intereses de quienes establecen medidas y adjudican valores. Esto vale tanto para algunos estudios de empresas privadas que hacen esto como para la ONG Transparencia Internacional (véase la edición del 2003, referida al 2001 y en particular a la Argentina). En este punto el funcionamiento de la economía requiere que se atienda a la información, que va desde la estratégica hasta la rutinaria y para distintos fines, el primero de los cuales es la planificación o planeación que se expresa en presupuestos de inversión o de operación o mixtos y que incluye las dimensiones de financiamiento, abastecimiento, recursos humanos, ciencia y tecnología o investigación y desarrollo, inversiones (formación bruta de capital, FBK), y emergencias. Esta «matriz» es la que permite la interconexión entre sistemas macros, intermedios y micros, tanto para los objetivos de la política económica y financiera, como para los objetivos de la política social y para los objetivos de las políticas públicas generales del Estado, como son relaciones exteriores, interior, justicia y defensa. Con lo que acaba de señalarse es posible hacer notar, de paso, que la planificación en un espacio económico nacional, por muy relativo que éste sea, más aun considerando sus vulnerabilidades y debilidades, no opera solo en el sub-sistema gubernamental de la economía o economía del sector público, sino que incluye otros agentes que con más claridad que los primeros se guían por indicadores del mercado, así como por otras informaciones económicas y no económicas para la adopción de sus decisiones o para simplemente saber cuáles son las consecuencias de lo que no pueden hacer o decidir. La planificación como sistema es deseable y posible en cualquier economía de mercado, llámese social de mercado o como se desee. Las economías que responden al catecismo del liberalismo al máximo, exponencial, dependen del poder planificado política, militar y económicamente.
Décima idea: el manejo de la deuda, especialmente externa, requiere que la parte de la economía que se destine a la política social no esté confiscada por grupos de privilegio y poder partidarios o burocráticos, sino que estimulen la participación y la gestión propia de los actores sociales a quienes se desea beneficiar. Evidentemente, la parte de la economía nacional que el sector público dedica a los ingenios militares y a la burocracia de los sistemas de defensa externa o bien se reduce progresiva y claramente para que esa capacidad de inversión y gasto pueda destinarse a fines reproductivos económica y socialmente hablando, o bien, en el caso de un Estado que opta o ha optado por la existencia de fuerzas armadas, se debe guiar por principios sustantivos de la planificación como son los de pertinencia, adecuación, proporcionalidad y efectividad, entre otros, lo que significa que cualquier medio no sirve para modernizar dicho sector de la economía nacional, si no se justifica la decisión de tenerlo por una inteligencia y un planeamiento estratégicos, que indique el carácter de las amenazas a conjurar y por tanto las características y el tamaño de la fuerza y los medios que se tienen que emplear para superar tal amenaza, al mismo tiempo respetando la adecuación de los medios para el propósito y el gasto sin desbordar la base económica propia, no donación ni deudas porque se pagan en soberanía, que permite sustentar tal organización y su equipamiento. Por ejemplo, no se puede tener un ejército que consuma más de lo que se produce o que trate de mantenerse a pesar de que la producción no da para un excedente que mantenga una organización armada que económicamente es en esencia consumidora.
La planificación entendida como un sistema y un método complejo, político, económico, social, cultural e institucional, no ha perdido vigencia por el hecho de las mega tendencias y porque en el mundo se haya impuesto una política dominante transnacional, sino que debe asumirse flexibilidad en su aplicación, debe renovarse su concepción a la luz de hechos fundamentales de la vida contemporánea tales como la híper influencia de las finanzas y sus consecuencias en la política comercial y social, el peso decisivo de los nuevos materiales, de las tecnologías de información y comunicación, de la ingeniería administrativa, de las nuevas ramas económicas en el transporte, energía, que caracterizan el mundo actual. Es posible observar que, si la educación es factor clave de competitividad y de desarrollo, no solo de crecimiento, la inversión en educación, que es una modalidad central de la inversión trabajo, lleva a revalorar la planificación como sistema y como conocimiento complejo que basado en la economía incluye otras ciencias y disciplinas del conocimiento.
Referencia:
El autor es politólogo. Estudios en Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad de Ciencias Sociales, Departamento de Ciencia Política y Administración Pública (1960-1968); Facultad Latinoamericana de Ciencias Socia-les, Escuela Latinoamericana de Ciencia Política y Administración Pública (1969-1970); Centro de Altos Estudios Militares del Perú (1979); Instituto Nicaragüense de Administración Pública – Universidad de Berlín (1981). Funcionario público de carrera en el Perú entre 1965 y 1980. Consultor de la FAO, OMS, PNUD, UNICEF, UNFDAC, PNUMA, UNESCO, OEA, y organizaciones privadas de desarrollo entre 1980 y 1996; especialista de Programa Ciencias Sociales y Humanas, UNESCO desde 1996. La opinión del autor es de su exclusiva responsabilidad, no representa ni compromete a la UNESCO.
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