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Manuel Bernales / Polética (3 de 4)


Política y ética en los continentes sociales post pandemia.


Las industrias con base en investigación y desarrollo continuos inseparables de creciente y mejor educación de los pueblos concernidos también se extienden a campos como el entretenimiento, la cultura y el turismo interno e internacional. Eso se ve con claridad en Estados pequeños en territorio y población con “alta intensidad de conocimiento y gestión” como Israel, no solo en grandes o medianos como China, Rusia, India, Japón, otros de Europa Occidental y Asia Pacífico.


En nuestro continente, por causas diferentes tenemos parecido perfil si vemos Canadá, USA, México, Brasil y Cuba, esta última sin el turismo estaría sin medios de pago esenciales, además de las transferencias que recibe de aliados políticos e inversionistas extranjeros y de las remesas de cubanos en el exterior. Remesas que para México y otros países hacen sus migrantes pobres en inmensa mayoría.


Los cambios nacionales y mundiales en el Estado y el poder tienen en la cultura y las religiones un factor de aceleración. También operan como factores de continuidad. No pocas veces entran en choque. A veces producen mezclas. En lo tocante a la pandemia, puede comprobarse que movimientos locales, regionales, tradicionalistas o de nuevo cuño, así como creencias e iglesias fundamentalistas e integristas, suelen estar en oposición a un manejo desde las alturas del Estado o la regulación de la OMS y sus Oficinas regionales como la OPS en nuestro Continente.


La respuesta de los gobiernos está yendo desde la propaganda en favor de sus medidas, hasta el control policial y la represión de conductas desviantes que caen en ilegalidad. Pero a la vez, muchos de esos creyentes, de varias religiones e iglesias, son pobres o muy vulnerables y para sobrevivir no tienen sino el refugio en la informalidad y en su caso ilegalidad. Esto se ha visto en la mega ciudad de Lima-Provincia Constitucional de El Callao, única conurbación mega del Pacífico Sur Occidental.


Millones de personas no pueden quedarse encerradas; no tienen agua para lavarse las manos con frecuencia; y para mal comer necesitan asistencia, solidaridad o salir a buscarse el pan de ayer. Pero la cosmovisión, plataforma o visión del Ejecutivo fue en un primer crítico momento de contención, pensada o diseñada para sectores que las encuestas denominan A, B y C+. Algo parecido ha ocurrido en otros Estados.


Finalmente, desde la inconducta de poderosos o autoridades supremas o subnacionales en muchísimos Estados, no solo en el Perú, --y en no pocos se ha actuado con la ley penal de modo pronto y eficaz, lo que no ocurre aquí--, desde el inicio de la pandemia se han visto conductas impropias, desviantes, irracionales, irrespetuosas, prepotentes y delincuenciales para hacer lo que esas personas quieren y eso sigue con fiestas y reuniones masivas que se detectan, disuelven y vuelven a ocurrir en Estados, de varios continentes, donde se juntas negatividades, desde creencias anticientíficas, conductas que aumentan el contagio, manifestaciones políticas que hacen tabla rasa de elementales pautas de salud colectiva, hasta la incapacidad gerencial de los gobiernos y la corrupción multiforme que no se cesa sino que se recrea.


No cabe duda que realidades geoeconómicas, geoculturales, geodemográficas y geoestratégicas, han dado lugar una lectura geopolítica de la pandemia y su superación que no tiene fecha. Pero lo que no se ha destacado es la ausencia de ética en las decisiones políticas, empresariales, sociales. Hay obviamente excepciones y casos poco claros, complejos. Sigue primando la política del poder desde niveles subnacionales hasta internacionales.


No se logrado construir polética en esos niveles. La polis, lo sabemos, no puede existir sin ética. Tampoco las empresas, las sociedades, las sociedades civiles, los Estados, las sociedades multi estatales regionales y la misma ONU. Desde se ha tratado de edificar no solo la democracia como ideal histórico concreto, sino superar el hambre, la enfermedad, la violencia y guerras.


Pero no seamos ingenuos: hay empresas tecnológicamente avanzadas que no solo negocian en turismo espacial, sino que preparan a sus vástagos para que colonicen otros ecosistemas cuando ya les convenga. Todo ello está en internet. No lo he inventado.


A escala internacional y también en Estados nacionales se hizo un esfuerzo de promoción humana, de seguridad y de desarrollo humano en un ecosistema global humanizado, no depredado. Veamos todas las declaraciones y decisiones del sistema de las Naciones Unidas y preguntémonos que impacto negativo tienen esta pandemia que no cesa y la ausencia de la ética en esa construcción para la supervivencia del género humano en su Casa Común.


El poder sin ética que lo regule corrompe y el poder absoluto, corrompe absolutamente.



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