No pude, y de verdad lo lamento de sobre manera estimado lector, al no acertar en tener un mejor nombre para esta reflexión semanal que mis buenos amigos de Efectividat Consultores en Perú, me extienden semana con semana desde cualquier lugar de la unión americana en que me encuentre. De verdad han sido tantas las acumulaciones afectivas, científicas, profesionales en las últimas semanas desde que fuimos enclaustrados en nuestros hogares que no logro ver el fin de la acumulación de tantas inflexiones intelectuales que sólo queda mirar a través de la ventana Luisiana de la terraza de casa. Y en ese escenario fue que me decidí por lo pragmático del nombre. Gracias, Márquez por tu Amor en Tiempos del Colera (1985). Historia que, según los críticos versa del verdadero amor.
Al escribir el tema, el Amor en tiempos del Covid-19, me surgía en un disruptivo segmento de mi cerebro que actualmente yo pasaba por el mejor instante para el amor, ya que según dicen los expertos, los estímulos extremos del ecosistema humano llevados al límite logran sacar de cada hombre y de cada mujer, lo mejor y peor en tales circunstancias. Sin embargo, busqué el amor, y encontré muestras de afecto. Busqué afecto, y encontré tolerancia Fouchiana. Busqué la Paz, y encontré la teoría de la destrucción mutua asegurada de Khan. Y entonces, sólo tuve que ajustarme a los datos validados, científicos, documentales o rimbombantemente llamados, académicos para ver que el Amor en tiempos del Covid-19, había sido un mal ejemplo de metáfora literaria a la obra de Márquez.
"Sólo Dios sabe cuánto te quise", tiene apenas tiempo de decirle el doctor Urbino a Fermina Daza, su mujer; la misma a quien un rato después Florentino Ariza, uno de los asistentes al velorio, le dirá: "Fermina: he esperado esta ocasión durante más de medio siglo, para repetir una vez más el juramento de mi fidelidad eterna y mi amor para siempre"
Florentino Ariza, enamorado desde la adolescencia de Fermina Daza, con quien apenas cruzaba palabra; sin embargo, mantenía con ella una muy nutrida y apasionada correspondencia. A la vuelta de un viaje por el interior impuesto por su padre (que quería apartarla de su enamorado), Fermina Daza se da cuenta repentinamente de que Florentino Ariza no es el hombre que puede hacerla feliz y lo rechaza, casándose con el doctor Urbino, a quien desdeñaba en un principio. Aunque relativamente feliz, Fermina Daza no tardará en darse cuenta de su equivocación; ha repudiado al hombre que quería y, llevada por un extraño destino, se ha entregado al que no quiere.
Mientras esto ocurre, el cólera hace estragos y se suceden las guerras entre liberales y conservadores, sin que por ello se resienta demasiado la vida de la ciudad caribeña. Florentino Ariza, a pesar de seguir queriendo a Fermina, va pasando de mujer en mujer, de aventura en aventura, al tiempo que escala puestos en la compañía familiar de navegación fluvial, de la cual acabará siendo presidente.
Así nosotros, ahora con el Covid-19 volteamos visiones de muerte que no consiguen sobreponerse al amor, y acabará como comenzó nuestra pandemia del siglo XXI. Y en la cual, han cruzado muchos personajes y circunstancias que huelen a velorio, pero que en ningún momento arrebatan a la pareja de amantes su protagonismo, ¿verdad mi Bonita?, y permanecerá también la mezquindad del que tiene todo frente al que no tiene nada. Bendito Facundo dixit: “Y mi patrón piensa que el pobre soy yo”.
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