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Martín González / Y de pronto fue todo


En la intimidad de mi lugar favorito para escribir tuve que aguardar la llegada de la musa inspiradora por lo menos un par de semanas para que me arropará de nuevo. Como sea, al fin llegó. Debo confiarle estimado lector la pena que esto provoca por el retardo editorial hacia nuestros afables amigos de Efectividad Consultores Perú, quienes han abierto este laberinto de las letras e ideas para lanzar al espacio cuánta energía intra humana nos pertenece de nacimiento y por divinidad.


Lo mejor de todo es que al fin apareció la inspiración, justo como diría Boisselier.


Cuando tenía que llegar, ¡No antes, no después!


Hoy, quiero expresar un par de ideas al respecto de una progresista forma de observar el cosmos desde el telescopio espacial James Webb, una vista que ningún hombre nunca antes había tenido. Vemos imágenes en Luz infrarroja (imperceptible para el ojo humano) de las profundidades de nuestro vasto universo. Imágenes que nos muestran cómo Webb ayudará a descubrir las respuestas a las preguntas que aún no sabemos hacer; preguntas que nos ayudarán a comprender mejor nuestro universo y sobre todo el lugar que como humanidad ocupamos dentro de él.


El éxito increíble del equipo de Webb es un reflejo de lo que el hombre sabe hacer mejor. Tomar sueños y convertirlos en realidad. Y esto, ¡Apenas está empezando!

Exploramos lo desconocido en el espacio, y las primeras observaciones de Webb cuentan la historia del universo oculto a través de cada fase cósmica: Desde exoplanetas vecinos hasta las galaxias observables más distantes en el universo primitivo. Este es un momento único e histórico. Las primeras fotografías son una evidencia material de lo que podemos lograr cuando nos unimos detrás de un objetivo común: Resolver los misterios cósmicos que nos conectan a todos. Este es un destello deslumbrante de los conocimientos humanos sin lugar a dudas.


La hermosa diversidad y el detalle increíble de las imágenes y los datos del telescopio que ofrecerá el telescopio tendrán un impacto profundo en nuestra comprensión del universo y esto nos inspirará a soñar a lo grande. El telescopio espacial James Webb fue lanzado el 25 de diciembre de 2021, a bordo de un cohete Ariane 5, desde el Puerto Espacial Europeo en la Guyana Francesa, en América del Sur.


Perdón. ¿América del Sur?

Pues sí, el viaje al cosmos fue sustentado desde suelo de las Américas. El 14 de abril de 1964 se escribe en la historia como el día de la consolidación de la actividad aeroespacial para la Agencia Espacial Europea en el continente que vio llegar al Genovés en 1492. Y no pude dejar de emocionarme más y recurrir a Barry White, James Brown, Billy Paul, Bill Withers, The Manhattans para desbordar tanta energía. Pasamos tanto tiempo discutiendo las vanidades de la estupidez humana que no podemos darnos aún hoy cuenta que estamos tocando a la misma puerta del origen de la vida y nuestra existencia.


Nada había conmocionado al hombre desde la famosa expresión “Un punto azul pálido: Una visión del futuro humano en el espacio”.

Desperdiciamos nuestras limitadas energías de vida en saber si Petro, López o Maduro son comunistas y dictadores, olvidando mirar que ese punto azul que nos regaló la Voyager es nuestro hogar. Ese somos nosotros escribió Carl Sagan en 1994. "En él, todos los que amas, todos los que conoces, todos los que has oído hablar, cada ser humano que haya existido, vivió su vida ahí".


Esa imagen nos confronta con un poderoso reconocimiento de nosotros mismos, un reconocimiento que nunca deja de conmovernos. Porque sabe una cosa estimado lector, ese pequeño punto azul es el único lugar donde podemos vivir, y lo estamos haciendo un desastre.


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