4 - La solución en manos de los tres niveles de gobierno y la sociedad
Nos queda claro entonces que el problema de degradación por salinidad no se produce por causas naturales, sino por causa humana (también llamado impacto antropogénico) cuando estas fueron puestas bajo riego en un proceso incompleto (falto de transferencia adecuada de competencias técnicas). Las tierras fueron puestas en producción dotándolas de sistemas de riego (canales, obras de arte, drenes, etc.), pero faltó mejorar las prácticas de los productores en cuanto riego y drenaje. Lo que hemos logrado hasta la fecha es un desarrollo agrario falaz.
Se ha determinado entonces que, como consecuencia del problema de mal drenaje y salinidad de las tierras, se tienen bajos rendimientos en los cultivos y cada año los cultivos se hacen más sensibles a las sales, ocasionando menores ingresos y/o pérdidas económicas a los agricultores, un círculo vicioso que nos sacará más temprano que tarde de los primeros puestos, a los que duramente hemos llegado.
Por ello, es necesario generar políticas públicas en promoción de riego más eficiente y recuperación de suelos, siendo para ello urgente hacer un trabajo conjunto entre Gobierno, organizaciones de usuarios de riego y productores agrarios en general. Esta tarea conlleva una serie de actividades en orden de importancia:
1) Tecnificación y mejoramiento de la eficiencia del riego.
2) Mejoramiento de las obras de drenaje y su mantenimiento.
3) Zonificación y diversificación de la cédula de cultivos.
4) Lavado y manejo apropiado de suelos salinos, con drenaje restringido.
5) Mejorar la oferta de agua en cantidad y calidad.
Los expertos coinciden en que lo más importante es la capacitación adecuada, la promoción de nuevos cultivos y el apoyo de los tres niveles de gobierno (financiamiento) y empresa privada (acceso a mercados). Cualquier inversión pública en estas actividades, se verá ampliamente recompensada en competitividad y sostenibilidad a mediano y largo plazo. Se calcula que, por las dimensiones de la inversión, esta debe ser realizada por el Gobierno, por un monto de S/100 millones para recuperar las tierras afectadas en 20 valles costeños (Mostradas líneas arriba en el Cuadro 1); es decir, 0.43% del monto de las agroexportaciones correspondientes al 2019 (US$7,090 millones).
Paralelamente, se debe actualizar un programa nacional de tecnificación del riego (tanto provisión de equipos para riego tecnificado, como capacitación en manejo del agua en parcela), con ello se tendrá incidencia en reducir la afectación en la salinización, proceso que se dará en un mayor tiempo, período en que se pueden evaluar otro tipo de soluciones (como hidrogeles que permiten concentrar la humedad, reducir la evotranspiración y el consumo de agua para la planta), o inversiones tecnológicas automatizadas y sensores individuales por planta, que ya son práctica común en países como Israel (que cultiva en las peores condiciones del planeta), pero que aún son soluciones costosas para la realidad de nuestro país.
Se calcula que en la costa peruana hay cerca de 1 millón de hectáreas en cultivos, las más grandes: Majes (37 mil), Olmos (37 mil), Tumbes (20 mil), La Joya (11 mil). De ese millón de hectáreas, aproximadamente 850 mil están bajo riego, la diferencia se riega con “avenidas” es decir, con el agua que el rio trae durante el verano. De esas 850 mil, cerca de 250mil se encuentra bajo riego tecnificado (en su mayoría agroindustriales); por tanto, quedan por convertir unas como 600 mil hectáreas. Ahora, sabiendo que en promedio una hectárea de riego tecnificado cuesta en promedio US$4,000, se concluye que la inversión a realizar bordea los S/8,400 millones, puesto en perspectiva, un 3.39% del valor aproximado de las agroexportaciones de los próximos diez años (US$7090 millones del 2019 x 10); no es una mala inversión para el Gobierno, máxime que soluciona varios temas a la vez: i) salinización; ii) sostenibilidad; iii) uso eficiente del agua; iv) posibilidad de ampliar frontera agrícola por eficiencia en uso de agua; v) mayor productividad por hectárea y consecuente economías de escala; vi) competitividad sostenida.
Cabe señalar que, en las acciones de la Reconstrucción con Cambios y en las priorizaciones de los gobiernos regionales en cuanto al agro, no se ha incluido la problemática de la salinización y el mejoramiento de los drenes, siendo incluso una infraestructura clave de necesidad urgente en los valles afectados por el Fenómeno de El Niño.
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