Sergio Bolivar / Vísteme despacio que estoy apurado
- Análisis Efectivo
- 19 feb 2023
- 3 Min. de lectura
La máxima de Napoleón nos da una sabia lección: la prisa es mala consejera. Las batallas se pierden por la impaciencia de quienes mandan. La propuesta del adelanto de elecciones al 2023 se ha convertido en una decisión precipitada e incorrecta. Terminó en las manos equivocadas del Congreso que "no tiene la potestad constitucional”, tal como lo aclara Lucas Ghersi. Unas elecciones precipitadas al 2023 se prestan a terribles vicios políticos, como el oportunismo, clientelismo y otras distorsiones, que generan inestabilidad y ventajas a favor de un club de partidos políticos codiciosos de poder sin competidores. Si lo proyectamos a futuro, solo postularán candidatos oportunistas en condiciones electorales defectuosas, que estarán dispuestos al antojo de los partidos políticos inscritos.
La sucesión presidencial está prevista en la Constitución y debe cumplirse. Unas elecciones precipitadas solo pueden ocurrir si Boluarte renuncia, o si es vacada o destituida. No sería su plan, más bien el diálogo con los líderes de partidos políticos representa una señal favorable de cara al mundo que deberá ser reforzado con observadores y prensa neutral extranjera. Lejos de cometer las barbaridades de la ‘Era Castillo’, Boluarte ha tomado el rumbo acertado en esta semana… Ojalá siga así.
Del otro extremo, las voces de varios opinólogos defienden el adelanto al 2023 con el ‘imbatible argumento’ del 70% a favor en las encuestas. Siguen la pésima práctica -hecha costumbre- del lagarto Vizcarra de direccionar las decisiones políticas a su antojo con la figura de tener respaldo público. El adelanto por voluntad del Congreso nació mal bajo la presión de Vizcarra y es inconstitucional. Algunos partidos políticos ahora insisten descaradamente en lo mismo, cuando primero deben darse las condiciones de calma en el sur. La prisa es lo peor que nos puede suceder porque nos dejaría sometidos al vil capricho de ‘pocos’ que no representan al país. Son iguales al entrometido Almagro: Un conspirador contra el Perú en la OEA denunciado por 118 congresistas de 14 países.
El Perú está en una batalla contra el terrorismo que tiene el apoyo de intereses internacionales. La calma sirve para enfrentar a los que piden adelanto; sin embargo, el apuro prioriza todo lo que permita recuperarnos. Hay 3 acciones que son igual de importantes a la vez:
Primero, la pacificación. Urge orden y seguridad en el sur para reactivarlo. Si “lo peor ya pasó”, según el MEF, entonces, ¿cómo asegura el gobierno que no vuelva a suceder? ¡No se acabó! El VRAEM sigue con los ataques violentos de narcoterristas y Puno puso de rodillas a un alcalde distrital para suplicar perdón por reunirse con Otárola. Todo pasa en zonas con recursos de oro, litio, tierras raras y otros. Sus pueblos aceptan la idea del separatismo porque simpatizan con grupetes ideologizados que disfrazan de plurinacionalidad a sus proyectos Narco-Estado. Si Perú necesita el apoyo de occidente (USA y UE) para desmontar este circo ideológico, el apuro está en que el gobierno lo solicite.
Segundo, la reactivación económica. Restablecer el crecimiento es urgente en los sectores afectados que contribuyen a dar más empleo formal (minería, turismo, agricultura …). El MEF debe legislar con las facultades que delegará el Congreso para agilizar pronto la inversión en las regiones, cuidando que, esta vez, llegue el agua, luz, colegios, hospitales y más para los más pobres.
Tercero, la imagen internacional del Perú. Iniciar una campaña desde PromPerú de relacionamiento con los medios de comunicación internacionales para brindar información sobre la verdad de lo que nos sucede. Sería el mejor inicio para su nuevo presidente.
En conjunto, el equipo ministerial de Boluarte es el adecuado para avanzar siguiendo la enseñanza de Napoleón. Sin embargo, hay mucho gusano que Castillo dejó contratado por el CAS en el aparato público. Tiene apuro en limpiar la casa, señora presidente.
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