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Víctor Vásquez Villanueva / Bonos, pobreza y agricultura (1 de 5)

De la economía: sus bonos, su pobreza y su agricultura


La economía como ciencia social aborda el uso y asignación óptima de los recursos por parte de las familias, empresas y gobierno, siendo esa trilogía de actores la que sustentan sus decisiones en las variables como empleo, inversiones, estabilidad jurídica, estabilidad social, política y el respeto al estado de derecho. El desempeño de estas variables son las que generan las buenas o malas condiciones sobre las que los actores económicos, principalmente familias y empresas, toman sus decisiones y, finalmente, hacen viable los procesos de crecimiento y desarrollo necesarios para el bienestar de las familias y la creación de riqueza.


Como se sabe, la economía no es sumas y restas, sino el conjunto de decisiones cuantificables acompañado, cual otra cara de la misma moneda, de mucha subjetividad y emotividad asociadas a la aversión al riesgo (incertidumbre), que es una característica innata de las personas (natural o jurídica) e indistintamente de la posición en la pirámide de distribución de los ingresos.


Las sociedades y economías post pandemia COVID 19 muestran grandes estragos en todo el mundo; donde las familias, además del dolor por la pérdida de seres queridos, enfrentaron problemas de desempleo y la ruptura de la cadena de sus ingresos, impactando en el retorno a situaciones de pobreza y deterioro en su calidad de vida. Estimaciones oficiales dan cuenta que, a la fecha, la COVID 19 ha generado: algo más de 210 mil muertes; la pérdida de más de 6 millones de empleos (2 semestre 2020); la bancarrota y cierre de alrededor de 2 millones de pequeñas y medianas empresas; la paralización total del aparato productivo; dos años de educación remota, aun con la existencia de poblaciones con limitaciones extremas de acceso y cobertura a medios digitales (y futuras generaciones excluidas de la eficiencia, productividad y competitividad); creciente inseguridad derivada del desempleo; 15 % de incremento de la informalidad (hoy quizás somos la economía con récord de informalidad en el mundo); creciente demanda por alimentos por poblaciones sin empleo ni ingresos (miles de ollas comunes brotan de los espacios tugurizados de nuestras ciudades clamando por alimentos); y, incremento en alrededor de 3,5 millones de nuevos pobres.


La economía peruana se vio afectada porque el gobierno aplicó estrategias fallidas, durante la época de pandemia, en materia sanitaria y económica, generando el detonante que sirvió para colapsar el futuro de los peruanos. Recurrieron al facilismo de los llamado Bonos, como instrumento de subsidio ciego excluyendo a quienes lo necesitaban, pero si beneficiando a los círculos allegados al gobernante y autoridades de turno. Este facilismo significó el derroche (y corrupción) de 136 mil millones de Soles (en Bonos). Bajo el eufemismo de rescatar empresas y empleos, terminan comiéndose las reservas del llamado Fondo fiscal y endeudando al Peru. Además, y hasta hace unos pocos días, asumieron nuevas deudas con organismos internacionales por alrededor de 10 mil millones de dólares (endeudaron a futuras generaciones), siguen emitiendo bonos soberanos (nuevas deudas) aun recibiendo mayores ingresos por la coyuntura del incremento de los precios mundiales de los minerales.


Mientras, la desesperanza y el dolor crece entre los ciudadanos consecuencia de la pérdida de empleo y la menor o nula disponibilidad de ingresos en las familias están impactando negativamente en el acceso a sus alimentos agudizando la pobreza de millones de peruanos; el gobierno sigue gastando como si todo fuera normal y, lamentablemente, los niveles de corrupción e impunidad se acrecientan, en todos los niveles del Estado.


Si bien nadie quisiera que vuelva a repetirse un problema de salud pública, la pandemia sanitaria desnudó la precariedad en la organización y eficiencia del Estado para con sus ciudadanos y comprobó que los gobiernos han sido, lamentáblemente, una perversa coalición de corrupción y maldad construida con actores políticos y malos empresarios, que podrían denominarse “coalición perfecta” basada en el oportunismo de todas las partes. En ese escenario, aparecieron aventureros políticos que con mensajes y promesas de refundar nuestra patria se hicieron del poder (o nosotros lo hicimos); aventura construida que yá en el poder avisora más desesperanza y pobreza, desantendiendo a los más necesitados; y eso en algo más de 100 dias de gobierno.


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