Bonos, corrupción y desesperanza
La gestión de un gobierno se mide por sus resultados y, en 20 meses de pandemia, solo han reflejado el desastre en la gestión pública y política, expresada en la inestabilidad política y jurídica, donde el principal actor resulta seguir siendo el gobierno de turno. La “mejor” forma de hacer frente a esta crisis el gobierno sigue recurriendo al fácil expediente de continuar una política asistencialista en donde el clientelismo social esconde las intenciones de irrumpir el orden constitucional. Así, cada gobierno a creado sus propios “bonos” imprimiendo sus propios sellos de ineficiencia, clientelismo y corrupción.
El cierre irracional de actividades estratégicas en la economía por la pandemia dio evidente pie para el incremento del desempleo, donde el plan llamado REACTIVA PERU (se estima un costo total de 136,536 millones de soles), por ejemplo, desnudó una vez más la corrupción y voracidad rentista de sectores empresariales modernos ligados a determinados grupos económicos (desde medios de prensa ligados al gobierno, cines, farmacias, clínicas privadas, agroindustriales, mineras, transportistas, entre otros sectores, etc). El gran negocio fue recibir estos “créditos” para que después las empresas se declaren en quiebra, sabiendo que será el Estado quien los termina pagando. Además del gobierno central es evidente -también- la responsabilidad de los gobiernos regionales y gobiernos locales.
Los sectores excluidos y desatendidos de la economía fueron las pequeñas y microempresas (sostén estratégico en el empleo, base para entender el porque aumenta el desempleo), la inseguridad y la pobreza que, a la fecha, representa más del 30% de la población peruana.
El sector agrario (tradicional y moderno) cumple y cumplirá siempre con asegurarnos los alimentos, divisas para la economía, fuente de empleo y autoempleo; el agro tradicional, aquella de la base social, solo ha merecido promesas gubernamentales durante los 20 meses que va la pandemia; promesas todas incumplidas. Evidente los gastos millonarios para implementar los mercados itinerantes fomentados por el MIDAGRI, o los BONOS que nunca llegaron, o los NE (núcleos ejecutores para limpia de canales) sirvieron para alimentar clientelismos y esfumar los recursos de los peruanos, o el famoso REACTIVA AGRO, que solo movió los créditos en el orden del 3 %, algo inaudito.
Obviamente que el agro y los pequeños productores agrarios, no han escapado a estas fallidas estrategias y a pesar de ello continúan asegurando la producción alimentaria a costa de su cada vez más empobrecimiento. La respuesta del actual gobierno es más BONOS escondiendo la agudización de más conflictos y exclusión social como queda demostrado en las figuras 1 – 2 en donde entre el 62 y 67 % de los pequeños productores quedan excluidos de estos BONOS, que el Agro y los productores, nunca lo pidieron.
En ese panorama, la desesperanza de millones de hogares se acrecienta y ven día a día el cómo los ingresos no alcanzan para comprar los alimentos y que se deteriora su calidad de vida; donde el desgobierno, inseguridad jurídica y política los empobrece cada vez más.
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