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Wagner Arias / Focalización general, realidad paralela a los indicadores

La medición de la pobreza en el Perú; se da por la pobreza monetaria; según el Instituto Nacional de Estadística e Informática de Perú (INEI); el costo promedio mensual de canasta familiar para el 2018; es S/. 344 para ser considerado pobre y S/. 183 para ser extremo pobre.


Pero está forma de medición de la pobreza no es tan consciente para determinar las necesidades reales de la población; Amartya Sen menciona que “El PBI o las rentas personales puede ser, desde luego, un medio muy importante para expandir las libertades de que disfrutan los miembros de la sociedad. Pero las libertades también dependen de otros determinantes, como instituciones sociales y económicos (servicios de educación y atención médica); por ello sé tiene el “Índice de Desarrollo Humano” (IDH), propuesto por El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD); el cual mide el avance promedio de un país en tres dimensiones básicas de desarrollo: esperanza de vida, acceso a educación y el nivel de ingresos. El IDH pretende ser un indicador más confiable de desarrollo, en comparación con el crecimiento PBI ya que considera otras dimensiones además del nivel de ingreso.


Revisando IDH para un distrito conocido como La Victoria y otros que se encuentran en extrema pobreza. Resulta que; él distrito de la Victoria; de la Provincia y región Lima cuenta con un IDH 0,7142; pero tiene condiciones tan iguales como el distrito de Lagunas de la Provincia de Ayabaca, de la Región Piura cuyo resultado es IDH 0,0911. También, el distrito de Chetilla provincia de Cajamarca, región del mismo nombre, con un IDH 0,1164, que se asemeja al de Curgos, provincia de Sánchez Carrión, Región La Libertad IDH 0,1173, siendo realidades distintas.


Lo que sucede y traigo para la acolación es que estas formas de focalización y estudio de la pobreza, se hacen de manera general en todo el territorio, es decir por distrito o provincia, dónde tienen injerencia y competencia las Municipalidades distritales y provinciales. Por ello, cuando uno los trata de ubicar en los mapas de pobreza, se tendrán distritos que nunca son beneficiarios, debido a estos indicadores que no transparentan la verdadera realidad; esta es una forma de discriminación ¿por qué?


En el distrito de Victoria y las demás capitales de los distritos urbanos marginales, para no hacerlo especifico, se cuenta con un IDH alto, pero su población es muy desigualdad. La atención hacia ellos siempre será postergada; debido a que hay familias que tienen ingresos altos y otras que son muy pobres, en promedio este efecto restringe el acceso a los beneficios de los programas sociales (Juntos, Pensión 65, otros), debido a que su distrito nunca será considerado quintil 1 o 2, lo que constituye la debilidad de indicadores como este.


Hagamos las siguientes preguntas para los distritos que tienen poblaciones urbanas marginales: ¿cuánta tuberculosis hay? ¿Anemia? ¿Servicios públicos, agua, luz, desagüe? ¿Instituciones educativas equipadas? ¿Hospitales o centros de salud equipados? ¿Casos de COVID-19, muertos?, es una gran paradoja.


Ahora incluso, teniendo en cuenta la compra de las “tablets” con fines educativos, para los niños estudiantes en zonas urbanas marginales. Muchos de los padres de familia son trabajadores de día a día, informales, gente que si no trabaja no come, en este periodo de Aislamiento social obligatorio, producido por el COVID-19, han perdido el trabajo, no cuentan con ingreso, cayeron en la pobreza u pobreza extrema. La propuesta que traemos a la mesa, es la focalización diferenciada. Que se les trate cómo población vulnerable, y se les beneficie también; tanto por programas sociales, como por instituciones educativas. En suma, se visibilicen sus reales condiciones para los servicios esenciales, debido a que necesitan (al igual que las zonas rurales) las condiciones mínimas, para sobrevivir.


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