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Yaneth Arteta / El juego de la victimización


En referencia a la historia de la conquista de América por Europa, es harto conocido que tanto historiadores como literatos y cronistas, han descrito este proceso aproximadamente desde mediados del siglo XV, con hechos que van desde evangelizadores, educativos, hasta devastadores para las civilizaciones de América, cuyos incidentes y acontecimientos tuvieron una duración cerca de 300 años, y digo 300 años, dado que los últimos 200, casi toda América tuvo la oportunidad de la libertad por el sojuzgamiento de quienes nos conquistaron.


Sin embargo, no es la única gesta en la historia del mundo, donde varias sociedades fueron invadidas por otras más poderosas, llevando no solo la devastación dado que también entregaron parte de su cultura, arte, religión, ciencia, tecnología, arquitectura, medicina y otras, que innegablemente forman parte de cada historia social, buena o mala, al fin y al cabo, parte de nuestra biografía.


En lo particular a Perú, nuestra historia está ligada a la conquista española, con todas sus vicisitudes, pero no solo fueron los extranjeros quienes pisaron tierra peruana; al interior de nuestro territorio, antes el Tahuantinsuyo, también sucedieron conquistas internas, una de ellas fue por el Inca Pachacutec, el Gran Conquistador, dominando cerca de 500 tribus en la frontera de Perú y Quito, además por el sur, llegando a conquistar a los Collas y Lupacas, sometiendo también a los pobladores del valle de la costa, desde Nazca, Ica Pisco. En esta travesía la conquista no estuvo exenta de violencia hacia sus adversarios; no obstante, fue un gran reformador y legislador, realizo la completa reorganización del Tahuantinsuyo, nuevos andenes y acequias fortaleció tierras de cultivo, desarrollo técnicas y costumbres así como su religión, entre las grandes intervenciones a su paso por territorios conquistados.


Y así podríamos ir narrando acontecimientos en los que perdimos y otros en los que ganamos.


Volviendo a la conquista española. La enseñanza en escuelas y colegios al respecto, principalmente nos muestra el horror que cometieron los españoles con los Incas y la sustracción o robo del ¨oro y la plata¨, pero cuando ellos arribaron por el norte peruano, cuentan los cronistas que eran aproximadamente no más de 180 personas, y en ese momento encontraron a una sociedad Inca bastante fragmentada, con rebeliones en contra del Inca, probablemente debido a los abusos de su poder; es el caso de Huáscar y Atahualpa, dos príncipes Incas que luchaban por ese poder, y esta situación de desgobierno inca fue el aprovechamiento de los españoles para la posterior conquista del imperio, en tanto que Pizarro se aliaba con líderes de los pueblos sojuzgados por los Incas.


Pues estos primeros acontecimientos de la caída del imperio de los Incas, se toca de soslayo nuestra actual educación, y más bien se hace hincapié en el robo de la riqueza, que innegablemente ocurrió, y esta circunstancia es una semilla que se siembra como un sentimiento de rechazo, lo que posteriormente se transforma en un sentimiento de enojo y victimización, lo que lleva finalmente a interiorizar la incapacidad, la auto derrota y la debilidad, lejos de que un hecho histórico de esta naturaleza aun cuando desastroso, pueda ser concebido más bien como una oportunidad de despegue hacia el desarrollo. Son 500 años de queja colectiva producto de un sistema de acomplejamiento, cuando el contenido educativo en esta materia debiera suscitar la reflexión de progreso.


Lo peor, Castillo en su discurso del 28 de julio, día de la Independencia de nuestra Patria y a 200 años de libertad social, vergonzosamente nos encasillo en las aulas derroteras de la desesperanza y la represión, culpando de nuestra situación socioeconómica a la historia de hace 5 siglos, lejos de la ocasión hacia el progreso.


América latina tiene ya 2 siglos de emancipación y libertad, tiempo más que suficiente para haber salido de la catástrofe de la conquista, y aquí viene la pregunta, ¿porque la libertad concedida o ganada no hizo que desarrolláramos económica y socialmente?


Pues ya no hay más conquistas, ya no hay más yugos, ni esclavitud, si permanecemos en un progreso lento o bastante lento, es por nosotros mismos, porque somos más cómodos con la victimización, que poner un esfuerzo grandioso de voluntad para luchar por los verdaderos valores éticos y morales, y a partir de ellos por nuestro progreso, luchar por ellos no es cómodo para muchos, principalmente los gobernantes de turno, es mejor la comodidad (de la corrupción), que optar por la guerra a la persuasión de valores y con ellos evolucionar en lo social, político y económico.


En nuestra educación de historia, ya no cabe impulsar sentimientos de resentimiento, ni seguir con la verborrea de sentirnos en un tejido social desnutrido, más bien quepa un novedoso chip de emprendimiento y progreso, y estoy segura de que se tomaría otra dirección, hacia el desarrollo de la persona y la familia. Dejemos ya el placer de sentirnos víctimas, juguemos a la prosperidad.


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