Alejandro Narváez / Impacto de guerra arancelaria
- Alejandro Narváez
- hace 14 horas
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El impacto de la guerra arancelaria en la economía global según Ray Dalio y Howard Marks
La guerra arancelaria que vive el mundo en 2025 no sólo refleja una fractura en las relaciones comerciales internacionales, sino que se ha convertido en un síntoma de fragilidad estructural del orden económico global. Dos de los analistas financieros más influyentes de nuestra época, Ray Dalio y Howard Marks, han advertido sobre sus riesgos y consecuencias desde una perspectiva crítica, realista y profundamente geoeconómica. Sus análisis coinciden en que los aranceles no son una simple herramienta de política comercial, sino una señal de colapso progresivo del sistema multilateral de cooperación y del sistema monetario internacional que nació después de la Segunda Guerra Mundial. En este breve artículo se explora sus perspectivas y se analiza el impacto que estas tensiones comerciales tienen en la economía mundial.
El visón de Dalio
Para Ray Dalio, autor del libro “Principios para enfrentarse al Nuevo Orden Mundial” (2022), las guerras arancelarias representan un síntoma de un problema mucho más profundo: la fragmentación del orden económico mundial. En su opinión, los aranceles (impuesto al consumo) no sólo encarecen el comercio, sino que también erosionan la confianza entre las naciones, aumentando la posibilidad de un conflicto económico prolongado de consecuencias impredecibles.
Según su análisis, cuando los países imponen barreras comerciales, se incrementan los costos de producción, se frena la inversión y se ralentiza el crecimiento potencial. Además, estas tensiones pueden acelerar la "desglobalización", caracterizado por el repliegue de las empresas hacia mercados nacionales o bloques comerciales más cerrados.
La guerra arancelaria entre Estados Unidos y China ha precipitado un cambio de paradigma: el mundo transita de un sistema global integrado a un orden fragmentado, donde la competencia geopolítica prevalece sobre la cooperación económica. Esta transición implica, mayores riesgos de inflación, volatilidad financiera y menor crecimiento de largo plazo. Por otro lado, con unos aranceles de 145% impuestos al gigante asiático, Estados Unidos podría enfrentar consecuencias "peores que una recesión”, más severas que las de 1971 o 2008.
La interpretación de Marks
Howard Marks quien predijo con precisión la burbuja “puntocom” del 2000, la gran recesión del 2008 y el endeudamiento excesivo que se produciría con la pandemia, ha advertido que la crisis arancelaria va a ser el detonante que necesitaba nuestro planeta para que cambie todo definitivamente. El impacto de los elevados aranceles no se limita a la industria manufacturera, sino que se propaga a través de toda la economía mediante efectos de segundo orden, como la caída de la confianza empresarial, la reducción del Capex (gasto de capital) y el encarecimiento de las condiciones financieras.
Marks califica el contexto actual como “el mayor giro estructural desde la Segunda Guerra Mundial”. Desde su enfoque, el aumento del proteccionismo y el deterioro del sistema multilateral del comercio constituyen una amenaza directa al modelo económico capitalista que se mantiene desde Bretton Woods (1945).
Las guerras arancelarias destruyen los pilares fundamentales del comercio global: i) Eficiencia productiva, al distorsionar los flujos de bienes, ii) la estabilidad de precios, al generar inflación importada y iii) la confianza inversora, al elevar la incertidumbre regulatoria y comercial. En suma, al alterar el flujo global de bienes y servicios, se genera más inflación, menos eficiencia y menos crecimiento.
Convergencia de opiniones
Ambos analistas coinciden en que las guerras arancelarias tienen efectos perversos, múltiples y de largo alcance en la economía global:
a) Inflación estructural: Los aranceles encarecen los insumos importados, lo que eleva los costos de producción y reduce el poder adquisitivo. Según estimaciones del Peterson Institute (2025), el impacto sobre bienes de consumo básicos en Estados Unidos, ya se ha convertido en un aumento generalizado de precios del 3.1% anual.
b) Desglobalización forzada El desvío de cadenas de suministro, la relocalización industrial y la preferencia por acuerdos bilaterales marcan el inicio de una reversión de la globalización, que perjudica especialmente a países en desarrollo integrados a las cadenas globales de valor.
c) Fuga de capitales y presión sobre monedas emergentes. Los inversionistas internacionales tienden a replegarse hacia activos considerados “seguros”, lo que genera presión sobre las monedas locales, fuga de capitales y aumento del costo del crédito externo.
d) Fragmentación del sistema monetario internacional. La utilización del dólar como arma geopolítica acelera procesos de desdolarización liderados por economías como China, Rusia, India o Brasil, que promueven acuerdos bilaterales en monedas locales o lanzan monedas digitales soberanas o nuevas alianzas monetarias. El riesgo de que el dólar pierda su estatus como moneda de reserva global es evidente, lo que complicaría la capacidad de Estados Unidos para refinanciar su deuda de 8 trillones de dólares que vence este año.
e) Relocalización de cadenas de suministro: Muchas empresas multinacionales comenzaron a trasladar su producción fuera de China hacia países como Vietnam, México o la India para evitar los elevados aranceles, lo que implica mayores costos de transición y pérdidas de eficiencia.
Un conflicto más profundo: entre política y economía
Ambos analistas coinciden en un punto esencial: la guerra arancelaria no es sólo un error económico, es un síntoma político. Se trata de una herramienta empleada por gobiernos para generar consenso interno, desviar frustraciones y culpar a factores externos del problema interno.
Las guerras arancelarias no se libran por razones económicas, sino para evitar colapsos políticos. El populismo económico necesita enemigos, y las importaciones —o los socios comerciales— son blancos convenientes. La guerra arancelaria también ha revelado la fragilidad institucional de las economías desarrolladas, que recurren al proteccionismo en lugar de promover la innovación, la productividad o la reforma estructural.
Conclusión
Las perspectivas de Dalio y Marks revelan que la guerra arancelaria no es un simple conflicto comercial, sino un síntoma de cambios estructurales más profundos en el sistema económico global. Los aranceles imponen costos económicos tangibles, pero sus efectos más peligrosos se manifiestan a través de la fragmentación de los mercados, la incertidumbre inversora y el debilitamiento de la cooperación internacional.
De cara al futuro, es imperativo que los gobiernos del mundo reconozcan que el proteccionismo, aunque políticamente puede ser rentable en el corto plazo, amenaza con desencadenar una desaceleración económica global duradera. La solución no radica en el aislamiento, sino en la búsqueda de nuevos marcos de cooperación multilateral que reconcilien los intereses nacionales con la necesidad de un crecimiento global sostenido. Mi apunte final: Es difícil predecir el curso exacto de esta crisis, sin embargo, es crucial comprender a profundidad el momento histórico que vive el mundo para diseñar respuestas estructurales como país. Avisados estamos. L:040525
Referencias:
El autor es profesor Principal de Economía Financiera en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos y presidente del Directorio de Petroperú.
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