Ayer con los programas políticos en TV y debates ásperos en redes el Oscar 2020 pasó inadvertido. Se exhibió un adelanto -que me llegó y comparto- de 'West side story', ‘Amor sin barreras’, esa belleza de cine, drama y danza de 1961 sobre un amor entre pandillas rivales en el suburbio latino de Nueva York en 1957.
El genial Steven Spielberg, con un libreto del ganador del premio Pulitzer y un Tony traerán de nuevo en diciembre 2021 esa película inolvidable y emblemática sobre ‘el amor desventurado’ y trágico, imposible, por la resistencia de familias, pueblos, hasta naciones, o en este caso, pandillas que la resisten y hostilizan hasta matar a los amantes.
‘La esposa chilena’ de Armando Villanueva o la madre igual de Forsái ahora le ponían piedras en el camino a sus candidaturas, como el hijo o hija judíos y católicos o agnósticos enamorándose, una estúpida prohibición dogmática ancestral, heredada del matrimonio por contrato entre los padres o familias.
La versión original, con Natalie Wood y Goerge Chakiris, actores perfectos e inigualables para los personajes de Romeo y Julieta entre pandillas rivales, los Sharks puertorriqueños, y los Jets, estadounidenses blancos. “La película fue candidata a 11 premios Óscar y ganó 10, incluido el de mejor película, consiguiendo así el récord de victorias para una película musical. Está considerada como el segundo mejor musical del cine estadounidense por el American Film Institute. En 1997, la película fue considerada ‘cultural, histórica y estéticamente significativa’ por la Biblioteca del Congreso y seleccionada para su preservación en el National Film Registry” (web).
Como en la obra de Shakespeare, sólo la muerte de ambos –Julieta (María, Natalie Woos) y Romeo (Bernardo, Chakisris) logra la reconciliación de las dos familias. Un mártir trae la calma culposa civilizatoria: es parecido. Tiene que llegar al límite una confrontación para producir armonía. Peliculón grande el anterior y el que se viene. Al menos para mi generación.
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