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Carlos Anderson / La queja y el método de Vladimir Cerrón

En Mundo Twitter, el Sr. Vladimir Cerrón—“ex portero de Palacio”, convertido ahora en “kingmaker” de gabinetes ministeriales—se ha quejado amargamente de la derecha peruana. Ha escrito, literalmente: “La derecha busca censurar a cuanto ministro se nombre, piden cambio en Transporte, Salud, Justicia, Educación, Defensa, etc., se cambian y vuelven con lo mismo, no les gusta nadie, obstruyen frecuentemente y el país entra en parálisis. Ergo, cambiar un ministro no tiene sentido.” Y se ha quejado así, públicamente, sin dejar entrever el más mínimo rubor.


Sin dudas, la queja del Sr Vladimir Cerrón sería atendible si los interpelados y/o censurados ministros fueran gente proba, capaz, reconocida por tirios y troyanos, independientemente de su orientación política. Pero, por el contrario, se trata de personas sin liderazgo, sin experiencia, sin merecimientos académicos o profesionales. Simples peones en el juego anti democrático del Sr Cerrón.


Un juego peligroso, prefigurado en el panfleto que escribió el propio líder y fundador de Perú Libre y que fungió de plan de gobierno durante la primera vuelta. Juego que consiste en levantarse el Estado como si fuera un botín, apoderándose de los ministerios más “lucrativos” como Transportes y Comunicaciones, Vivienda, Educación y Salud, ministerios que en conjunto explican casi todo el presupuesto de la Nación.


Juego anti democrático que tienen un claro componente político, de sometimiento de la prensa libre con asignaciones de recursos publicitarios tele dirigidos a medios afines, desplantes y modos autoritarios con periodistas; juego que busca de copar las diversas instituciones del sistema democrático, en particular las de carácter económico como Petroperú, Indecopi, o las entidades reguladoras, con el único propósito de dinamitarlas por dentro, a punta de mediocridad.


Se trata—en lo que podríamos llamar “el método Cerrón”—de apuntarle al Congreso de la República directamente al corazón con la famosa bala de plata, y de ir minando los valores de la civilización y la democracia, normalizando la mediocridad y los antecedentes con sabor a prontuarios, promoviendo la informalidad y la falta de ideas, ignorando con alevosía y ventaja las relaciones turbias y el talante anti democrático de algunas de sus figuras más representativas, sin siquiera sonrojarse frente al comportamiento abiertamente delictivo de algunos exfuncionarios como el infame Bruno Pacheco.


De todo esto se trata el “método Cerrón”, bajo auspicio del propio Presidente Pedro Castillo. De seguir avanzando. De seguir copando. De seguir corrompiendo. De seguir mintiendo. De seguir destruyendo el Estado peruano.


Pero, además, en la práctica ha quedado demostrado que poco importan los gabinetes del presidente Castillo. Como nos lo han revelado ex ministros, ex primeros ministros, ex secretarios generales, ex Vice ministros, ex altos funcionarios del caótico gobierno del Presidente Castillo, quienes toman las decisiones no son los ministros sino el grupito de asesores a la sombra del presidente Castillo.


Pero de eso no se escucha queja ni del Sr. Vladimir Cerrón ni de su hermano Waldemar, ni de los congresistas de Perú Libre ni de los aliados del oficialismo. Juntos forman un nuevo movimiento: Todos Mutis. El silencio como señal inequívoca de complicidad.


¿A todo esto, no le llama la atención, amable lector, que tengamos que dedicarle toda una columna a dilucidar los juegos malévolos del portero de Palacio de Gobierno? Imagino que no, porque ahora, transcurridos 7 meses, los peruanos sabemos que el poder no lo ejerce quien fue democráticamente elegido para hacerlo—Pedro Castillo Terrones—sino la banda del choclito, para usar la genial frase del Politólogo Alberto Vergara.



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