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Carlos Anderson / Presidente Castillo: ¿Salida en Falso?

Salida en falso o salida nula: “Ocurre cuando el corredor—después de haber tomado la posición plena y definitiva de salida--sale antes del disparo del Juez. La falta conlleva la descalificación del atleta”. Le ocurrió hace unos días al británico Zhamel Hughes en la gran final de los 100 metros planos de los Juegos Olímpicos Tokio 2020. Llevado por la ansiedad o los nervios, el británico se adelantó unos cuantos milisegundos al disparo e ipso facto, el juez anuló la carrera y lo sacó de la competencia por la que había trabajado años.


El mismo día en que Hughes sufría la pena máxima, en la carrera de calificación de 1,500 metros, la atleta holandesa Sifan Hassan —nacida originalmente en Etiopía— sufría una aparatosa caída a los pocos segundos de iniciada la carrera. La caída amenazó con dejarla sin posibilidad de alcanzar su auto-impuesto gran objetivo olímpico: un triplete de oro en el medio-fondo y fondo de los Juegos Olímpicos de Tokio. Pero, ni el dolor de la caída ni el pánico escénico le impidieron levantarse decididamente, apurar el paso, y llegar primera en la carrera que le da hoy la posibilidad de conquistar la presea de oro en la gran final de los 1,500 metros planos (ya lleva colgada la medalla de oro de los 5,000 metros planos). De obtenerla, solo le faltaría el oro de los 10,000 metros planos para terminar de escribir una gloriosa página en la ya gloriosa historia de los Juegos Olímpicos.


Ambas historias pueden ser vistas como analogías útiles para tratar de entender lo sucedido en esta primera semana del (des)gobierno del presidente Pedro Castillo. Y es que, una forma de leer lo sucedido —nombramiento de un gabinete cuestionado no tanto por su sesgo ideológico sino por la extrema mediocridad de la mayoría de los nombramientos, sin dejar de lado la afrenta que significa la presencia de personajes de ambigua relación con el terrorismo— es que se trata de una “salida en falso”, una falta técnica tan grave que de inmediato descalifica al presidente. Esa es una lectura que viene siendo propalada por sectores de la derecha emotiva como justificación a sus dichos de “vacancia”.


Una lectura alternativa es la analogía con la carrera casi trunca de Sifan Hassan. Según dicha lectura, lo que acabamos de ver en los segundos iniciales, es un serio tropiezo del gobierno, que no calculó bien las distancias y que por correr mirándose al obligo ha terminado por sufrir una aparatosa caída.


A diferencia con lo sucedido al británico Hughes, esta caída (un gabinete fallido) no descalifica necesariamente al gobierno del presidente Castillo, aunque si lo reta a rectificar, sobreponerse a la caída, acelerar el paso, y a usar todas sus fuerzas —no solo las provenientes del lado izquierdo partidario— en la conformación de un nuevo gabinete que le permita sacar al país de la triple crisis en que se encuentra (política, sanitaria y económica) y enrumbarlo hacia la construcción de una sociedad más justa, próspera y solidaria, tal y como lo prometió repetidamente en campaña.


Esta es la versión alternativa de quienes —contra toda evidencia— seguimos apostando por desarrollar una sana relación de balance de poder entre el Ejecutivo y el Congreso de la República, respetuosa y alejada de los enfrentamientos fratricidas que tanto daño le han hecho al país. Pero, aunque lo parezca, no se trata de una lectura ingenua de la realidad. Reconoce que hay “otros factores” y “otros jugadores” y hechos concretos —como una serie de nombramientos por demás reprobables— que constituyen una clara amenaza a la libertad y al orden democrático. ¿Qué versión primará? La respuesta y la responsabilidad la tiene el maestro rural convertido en presidente casi por obra del azar. El presidente está todavía a tiempo. La carrera no tiene porqué terminar en lágrimas.


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