La historia del Perú, tal como nos fue enseñada, y aún se difunde, presenta deformaciones, errores y carencias. Se soslaya que el imperio incaico fue conquistador y sojuzgó a numerosas culturas. Se señala que un pequeño grupo de españoles derrotó al Inca, sin mencionar que miles de indÃgenas de las culturas sometidas los respaldaban.
Se resalta el abuso chileno por los desmanes en la Guerra del PacÃfico, obviando la división y el caos de la República, donde tuvimos hasta tres presidentes. Se discute si Alfonso Ugarte se arrojó del morro de Arica, eludiendo que como empresario agrÃcola y de recursos, en vez de abandonar la patria como otros, armó a su peonada y se dispuso a la lucha. Nos enseñaron la historia con 14 incas, y estudios de MarÃa Rostworowski han demostrado fueron solo 13. Se ignoran por completo las memorias de nuestras culturas rurales: tallanes, vicús, mochicas, chimús, guayacundos, paracas, huancas, entre otros.
‘El Perú es un mendigo sentado en un banco de oro’, frase atribuida a Antonio Raimondi, no se encuentra en parte alguna de su obra publicada. Nos mencionan a don Ramón Castilla, como gran presidente (lo fue), desconociendo el fraude al pagar por un número mayor de esclavos a sus propietarios, y hasta se muestra a personajes como Alfonso Ugarte y Daniel Alcides Carrión con imágenes europeas, cuando eran mestizos.
No tengo dudas que muchos de las personalidades de nuestra historia dieron lugar a polémicas: San MartÃn con su intento de instalar una monarquÃa en el Perú, Piérola con el único golpe de estado civil, y Miguel Grau perdonando al enemigo abatido, por mencionar algunos, pero ubico en este primer análisis a ocho figuras que generan debate hasta nuestros dÃas.
Atahualpa (1502-1533) fue el último emperador inca al derrocar a su hermano Huáscar en una guerra civil que culminó en 1532, constituyendo el primer golpe de estado en nuestro territorio. Se polemiza su actitud ante el conquistador español que pudo ser detenido, pues contaba con superioridad numérica y conocimiento del territorio, asà como la oferta de oro por el rescate a diferencia del azteca Cuauhtémoc, que sufrió tormento antes de revelar el lugar de su tesoro (López de Gómara, aunque DÃaz del Castillo lo contradice). Fue uno de los más jóvenes en acceder al poder del imperio incaico.
Francisco Pizarro (1478-1541), lÃder de los conquistadores españoles, derrotó al imperio de los incas. Hijo ilegÃtimo del coronel Gonzalo Pizarro, era analfabeto y se afirma cuidador de chanchos. Fundador de diversas ciudades, sus estatuas han sido retiradas de lugares privilegiados, y mientras algunos lo reivindican, otros lo acusan de asesino y aniquilador de nuestra cultura indÃgena.
José Gabriel Condorcanqui, Túpac Amaru II (1738-1781), cacique de Tungasuca, encabezó la rebelión más importante contra el dominio español en 1780, ordenando la muerte del corregidor Antonio de Arriaga. Para muchos es un sÃmbolo revolucionario para mejorar los derechos de los indÃgenas, para otros se rebeló por estar afectada su situación económica. Incluso, un movimiento terrorista utilizó su nombre, lejano por supuesto a las intenciones del personaje. Existe otra polémica sobre su posición en la jerarquÃa colonial, si era de sangre indÃgena pura o mestizo, pues algunos historiadores afirman que su madre, MarÃa Rosa Noguera, tenÃa ascendencia española parcial.
Simón BolÃvar (1783-1830) el ‘Libertador’, consolidó la independencia del Perú en las batallas de JunÃn y Ayacucho. Hay quienes le consideran traidor pues se formó en la academia militar de Madrid (1800-1802), pero la mayor polémica está en su condición de libertador o tirano, desmembrando al Perú para formar otras naciones.
Mariano Ignacio Prado (1825-1901), aplaudido cuando en 1865 derrocó al presidente Pezet cuando este rindió la soberanÃa de las islas Chincha a España y, acordó otorgar una reparación. Prado estuvo en el combate del 2 de mayo, y fue elegido presidente en las elecciones de 1866. Hasta allÃ, un hombre para ser reconocido por tirios y troyanos. En 1876 fue elegido presidente nuevamente, y estuvo al mando de la Nación al declararse la guerra con Chile en 1879, autorizándole el Congreso a salir del paÃs en busca de armas y buques a Nueva York, y a Francia, y cinco dÃas después de su partida, Piérola tomó el poder. Hasta la actualidad, hay quienes vilipendian a Prado como desertor, y quienes defienden sus intentos en la gestión para conseguir armamento.
VÃctor Raúl Haya de la Torre (1875-1979), el polÃtico más importante de la historia del Perú, fundo el APRA en 1924 durante su exilio en México, partido que mantiene vigencia hasta la fecha, aunque últimamente venido a menos. Si bien cuenta con el reconocimiento de muchos, en especial por sus virtudes de probidad, austeridad e intelecto, tiene también sus detractores, en especial contra el partido más que contra la persona.
Juan Velasco Alvarado (1910-1977), presidente tras derrocar a Fernando Belaúnde, ejecutó una reforma agraria y estatizó la prensa. Sus crÃticos le imputan excesos contra la libertad de prensa, la situación económica que afectó al paÃs, el fracaso del agro, y lo identifican con el comunismo. Sus defensores arguyen le dio un nuevo estatus al indÃgena y al mestizo, y luchó contra los abusos de los gamonales.
Alberto Fujimori Fujimori (1938) es el único de estos personajes con vida. Elegido presidente en 1990, realizó un autogolpe en 1992. Sus apologistas señalan la reinserción del paÃs en el sistema económico internacional, la solución a la crisis económica imperante, la paz con Ecuador, y la captura del lÃder terrorista Abimael Guzmán. Sus adversarios advierten la corrupción del paÃs, el irrespeto a los derechos humanos, y el soborno a la mayorÃa de la prensa.
Dos personajes que generan gran polémica son Vladimiro Montesinos y Abimael Guzmán, pero salvo el segundo que tiene, lamentablemente, algunos seguidores por la incapacidad de nuestra clase dirigencial para difundir sus crÃmenes y barbaries, ambos son a todas luces nocivos, perniciosos, y perversos, por lo que no ameritan un debate sobre algún tipo de valÃa.
Deseo resaltar que este artÃculo no pretende ensalzar ni denigrar a alguno de los ocho personajes mencionados, únicamente resaltar que mantienen vigencia polémica hasta nuestros dÃas.