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Carlos Ginocchio / ¿Semana santa?


Llamamos ‘Semana Santa’ a las efemérides que celebramos los cristianos por la pasión de Jesucristo, tan importante como su nacimiento (Navidad, aunque Jesús habría nacido entre el 6 a.C y el 4 a.C, año en que murió Herodes). Se inicia el Domingo de Ramos, con la entrada de Cristo a Jerusalén montado en un piajeno (domingo), continúa con su visita a la casa de Lázaro (lunes), el anuncio de la traición (martes), la última cena (jueves), la oración en el huerto de los olivos en Getsemaní, la entrega por parte del traidor Judas Iscariote (ícono de tantos felones en la historia de la humanidad, y colocado en el noveno círculo del infierno por Dante Alighieri, al que llamó ‘La Judeca’ en su ‘Divina Comedia’), la pasión, crucifixión (viernes), el sábado de luto, y su resurrección el domingo de gloria.


El ‘Primer Concilio de Nicea’, convocado en 325 d.C., por el obispo Osio de Córdoba, y respaldado por el emperador Constantino - quien adoptó el cristianismo como culto en 312 d.C, tras la batalla del Puente Milvio, donde derrotó a Majencio, su rival pretendiendo el trono. Constantino obedeció a una visión durante la noche anterior según la cual, para triunfar, debía inscribir el signo divino de Dios en los escudos de la tropa: la cruz latina con la ‘P’ en el extremo superior. En el Concilio mencionado se acordó que la Pascua debe celebrarse el domingo siguiente a la primera luna llena tras el equinoccio de primavera, y por ello las fechas oscilan entre los últimos días de marzo y los primeros de abril.


La Semana Santa o Pascua se celebra en muchos países del mundo. España e Italia - países con mayor cantidad de procesiones - incluso en algunos que parecieran ajenos a esta, tales como Finlandia, Filipinas, e Israel. He apreciado espléndidas y pintorescas festividades en Antigua de Guatemala, y en México (a través de fotos y videos), y personalmente el fervor de los festejos en Catacaos (la hermandad del Santo Sepulcro y los siete potajes), Cañete (representando la Pasión), y Ayacucho (procesiones del Señor del Huerto y otros santos, el Apuyaya, la canción del ‘Señor Padre’ en quechua).


La Semana Santa es una fiesta del mundo cristiano, la religión con más seguidores en el planeta, aproximadamente 2,300 millones en los cinco continentes. Hasta fines del siglo XX tenía características singulares: se evitaba comer carnes rojas y el pescado era alimento habitual. Se visitaban iglesias, se escuchaba misa jueves, viernes y domingo, eran días de recogimiento, y el domingo de gran algarabía. No era un fin de semana (hoy, weekend) para viajes, discotecas, ni diversiones. No se escuchaba música, se hablaba en voz baja, no se consumía licor, y quienes estaban en la playa – época de verano – no ingresaban al mar, e incluso – aunque exagerado – se decía que bañarse en el piélago podía convertirte en tritón o sirena. Curiosamente, el mar se embravecía, y nos hacía pensar en maremotos (como llamábamos al tsunami).


Los tiempos han cambiado hasta el punto de la pérdida de los conceptos, y valoraciones. La Semana Santa – los empresarios dicen es una de las mejores épocas para el turismo y las ofertas son innumerables – como la Navidad, los días de la Madre y el Padre, hasta las fiestas patrias, han perdido su razón de ser, priorizando la economía y el negocio a la cultura y la tradición. No es un lamento de mi voz al partir ni un sollozo de dolor, al estilo de Manolo Galván, ni un regresa para llenar un vacío con Lucha Reyes, sino el detalle de Nicomedes Santa Cruz y como has cambiado pelona, esos feriados no reflejan su razón, se han convertido en una negra mona con tanta huachafería.


Ello es parte de la batalla cultural que afirman la Izquierda le está ganando abrumadoramente a la Derecha – símil del Australia vs Samoa Americana: 31-0, en las eliminatorias para el Mundial de 2002 - que contribuye a tremenda aniquilación, pues aplaude el triunfo del negocio sobre la fe. El doble rasero está en todas partes en el planeta (‘Todo en todas partes al mismo tiempo’), desde las propuestas destructivas, violentas, empobrecedoras, y autoritarias de diversos grupos de izquierda, hasta el consumismo y materialismo de una derecha insensible y despreocupada por el prójimo.


Leonardo Padura, en ‘Personas decentes’ (rememora una frase del siglo pasado: ‘hijos de familia decente’) de su policía Mario Conde, escribe: ‘ya se sabe que la fe mueve montañas. ¿Y el dinero? pues parece que puede desplazar cordilleras’. La montaña dejó de venir hacia Mahoma, hoy este va hacia ella (con perdón a la fe musulmana), para explotarla. Agrega Padura: ‘conceptos como el honor y el valor personal no tienen significado alguno si no están relacionados con su modo de ganarse la subsistencia…’


La convivencia, el divorcio, la separación fácil, la engañosa igualdad, la supuesta identidad de género, el huachafo lenguaje supuestamente inclusivo, han convertido el amor en un asunto de análisis y evaluaciones superficiales para la vida en pareja. Entonces, la Semana Santa con mayor razón ha mutado a un asunto de ocio (feriado laboral, siesta de cuatro días) y comercial (buena época para ganar dinero). No pretendo una vuelta de tuerca cual Henry James, con retorno al pasado, sino una reflexión que nos permita ajustarla hacia el futuro.


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