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Ernesto Gamarra / Banquillo de Montesinos (Parte 1) 

  • Ernesto Gamarra
  • 22 jun 2024
  • 4 Min. de lectura

Presentación

A propósito de las últimas revelaciones sobre el escándalo de los congresistas apodados “Los niños”, revisé y actualicé lo ocurrido con los congresistas que en los años 90 se llamarón tránsfugas o topos. Los niños, son herederos de esos congresistas de los años del fujimorismo que fueron captados por Vladimiro Montesinos con la complacencia de Alberto Fujimori, para obtener mayoría en el Congreso.

 

Distintos estilos, distintos medios, pero los mismos fines. El control del poder Legislativo. Un ejecutivo que no tiene mayoría en el congreso se le hace difícil gobernar y en lugar de un diálogo civilizado para obtener consensos y cuando por un lado no hay voluntad democrática y en el otro, capacidad de entendimiento, lleva inevitablemente a turbias negociaciones.

 

En el parlamento anterior, se descubrió que a cambio de indultar al ex presidente Fujimori, su hijo Kenji y unos cuantos congresistas cercanos a él, negociaban con el Poder Ejecutivo sus votos en el Congreso a cambio de obtener obras públicas no se sabe si en beneficio propio o de la colectividad a la que representaban. Ahora están a la espera de que se confirme o no una sentencia que los condenaría por esas negociaciones.

 

Los pagos o favores a representantes del Parlamento, no son cosas nuevas en el Perú. Cuando un gobierno es débil y sin mayoría en el Congreso, se ha recurrido a estos métodos y nos viene a la memoria los rumores que circularon cuando se discutió el Contrato Dreyfus en el siglo XIX. Se obtuvo 63 votos de diputados a favor de aprobar dicho contrato y muchos de esos votos, obedecieron a promesas de todo tipo de la poderosa Casa Dreyfus con lo que obtuvo la concesión de la venta del guano del Perú.

 

En tiempos de Enrique Meiggs norteamericano constructor de ferrocarriles, se conoció la existencia de una libreta que este llevaba y en donde anotaba las iniciales y los montos de los personajes de la política y de la prensa, a los que recompensaba por los favores que obtenía de ellos. Un precursor de lo que después fuera Marcelo Odebrecht.

 

He aquí (en mi nueva publicación “El banquillo de Montesinos”, un pequeño recuento de lo ocurrido durante el gobierno de Alberto Fujimori hoy suelto en plaza, basado en testimonios, informes de comisiones del Congreso y los debates que dichos informes originaron. Muchos de los que obtuvieron los favores económicos de Montesinos, siguen activos en la actividad política peruana. Incluso ustedes podrán comprobar su actividad en el parlamento o en partidos políticos de gran influencia hasta la fecha.

 

Hay quienes sostienen y será materia de otra publicación, que el sistema mediante el cual, cada congresista y no el Congreso, podían contratar trabajadores a partir del año 1993, fue una muy ingeniosa trampa. Esto permitió tener extorsionados por el gobierno, a aquellos que les quitaban parte de sus sueldos a los trabajadores que contrataban. Los “mochasueldos” es una especie que tiene ya muchos años y creyendo ellos, ser los únicos que se beneficiaban no caían en cuenta que también eran víctimas de quien conocía de sus andanzas.

 

Comentarios finales

El Poder Judicial culminó una tarea de exoneración de responsabilidades que comenzó, quizá sin mala intención, en la Comisión que presidió Daniel Estrada; siguió, ya con menos ingenuidad, en el caso de la Comisión Permanente; y terminó sin castigo para quienes habían tenido mucho mayor responsabilidad, en todo lo ocurrido, que los Palomos, Canales o Ticonas.

 

El Vocal Instructor y luego Presidente del Poder Judicial, José Luis Lecaros Cornejo, gracias a su deficiente y/o beneficiosa investigación, impidió que se hiciera justicia y que se salvaran de las garras de la ley quienes a cambio de favores se habían entregado al gobierno. Lecaros, que llegó de Arequipa como vocal supremo provisional, revestido de una pésima imagen, se convirtió en el factótum de la justicia peruana y su poder no solo benefició a quienes lograron gracias, según se decía, a la existencia de audios comprometedores, sino en un intocable de la prensa; al extremo, que lograba impedir la difusión de reportajes que daban a conocer su cuestionado pasado. Así sucedió cuando el periodista Carlos Paredes viajó expresamente a Arequipa, por encargo del programa “Panorama”, y el especial que hiciera y anunciaran difundir nunca salió a la luz.

 

A ello se debe agregar también, que el diario Correo en su edición del 26 de junio del 2003, en la sección llamada “chiquitas” decía lo siguiente:

 

La mano de Lecaros. El vocal José Luis Lecaros está muy mortificado por la versión que señala que lo habrían visto salir del penal de San Jorge junto con el ex congresista tránsfuga Jorge Polack. “Yo sólo ando de la mano de mi esposa” comentó con cierto humor el magistrado que procesa al ex presidente Alberto Fujimori.

 

En el momento de esa visita — que también fuera comentada por otros medios y que decían se había producido casi en secreto y dentro del penal con Óscar López— se estaba llevando a cabo la investigación contra los congresistas acusados de recibir dinero de Montesinos a cambio de desertar de sus partidos políticos e incorporarse a las filas del fujimorismo. Lecaros había sido víctima de chuponeo y al parecer, habrían utilizado el contenido de sus conversaciones grabadas, para beneficio de algunos de los ex congresistas que fueron juzgado por él.

 

Pero algo más. Meses antes, también el diario Correo, informaba que le habían entregado a Lecaros tres nuevas cartas de sujeción al gobierno de Fujimori firmadas por los ex parlamentarios de oposición, luego catalogados como tránsfugas. Estaban firmadas por José Elías Ávalos; Mario Gonzáles Inga; y Jorge Polack Merel. En total con esas tres cartas, más las de Edilberto Canales Pillaca, Roger Cáceres Pérez y Waldo Ríos, eran seis las cartas de sujeción comprometedoras.

 

Lo narrado explicaría el comportamiento de Lecaros en la investigación, considerada deficiente por muchos. Pero no lo era por incapacidad sino por otros motivos. Así se deduce cuando, pese al pedido de la Procuraduría de someter a Luis Cáceres Velásquez a arresto domiciliario sustentado en cartas comprometedoras, Lecaros se niega al pedido, alegando que había firmado el compromiso de sujeción no por el dinero recibido, sino por la simpatía que sentía por el gobierno de Fujimori.

 

(Continuará en siguientes publicaciones)


 

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