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Guillermo Russo

Guillermo Russo / Los hombres del agua y la tierra 

Miguel Checa y Rafael Quevedo, los hombres fuertes del agua y la tierra, por.

 

Hablar de la historia de los pueblos es hacerlo del eficiente manejo del agua y la tierra, pues el desarrollo sin estas es imposible. La Historia empieza con la agricultura, y ésta a su vez, con el manejo del agua. El Perú, y en especial el norte peruano, vio el desarrollo de culturas como la Moche o Chimú, culturas constructoras de ciudades de barro, pirámides escalonadas, y civilizaciones refinadas que ganaron tierra al desierto con sus canales de regadío, en su afán de supervivencia, y progreso. Luego, el imperio del Tahuantinsuyo fue uno de los más prósperos de la historia por su capacidad de alimentar a sus millones de habitantes con su idóneo manejo de los recursos de tierra y agua. Después con la Conquista y la Colonia este acervo se perdió.

 

En nuestra joven era republicana que alcanza hasta nosotros, se vislumbra con temor un tarifazo nacional en el costo del agua, en momentos en los que más de tres millones de peruanos no tienen acceso a esta, y aunque parezca de Ripley, medio millón de ellos reside en Lima Metropolitana; es precisamente en este momento que el tema del agua se vuelve crucial para la supervivencia del Perú, si es que no deseamos ser engullidos por el desierto de la historia, esa misma que devora en el olvido a todas las pequeñas y vulgares ambiciones personales de los supuestos liderazgos que desde 2016 acaban en Barbadillo.

 

El desafío del agua como el del agro, son cuestiones de seguridad nacional. Si en el Perú no hay pollo, papa, arroz y agua, sin duda se producirá una revolución. Mientras tanto, la ministra de Vivienda está peleada con el directorio de SUNASS por lo que llaman el tarifazo, y en medio, el pueblo teme que el agua continúe una pirámide inflacionaria que parecía haber culminado.  Entretanto, mientras la izquierda clama por revolución, protestas y nuevas elecciones, sin importarles la cada vez más deteriorada situación económica de la mayoría de peruanos, la derecha bruta y achorada repite la misma cantaleta de privatizar SEDAPAL, cuando la gestión eficiente del agua no tiene nada que ver con la propiedad de la misma.

 

En estos momentos de crisis lo más saludable es volver la vista a la historia y obtener inspiración de quienes abrieron camino desde su compromiso con la patria. A principios del siglo XX, la figura del piurano Miguel Checa y Checa, resultó aleccionadora. Con su propio peculio financió y se encargó de construir un canal de regadío con más de 55 kilómetros, esto sin maquinaria, todo a fuerza de pico y pala. Una obra que ni siquiera pasaba por sus tierras, y que sin embargo fue germen de un ecosistema agrario que beneficia hoy a miles de personas. Después de cien años esta obra continúa llevando agua, y recientemente se aprobó el decreto para mejorar el canal Miguel Checa.

 

Recientemente y en las últimas décadas, otra persona semejante en visión y apuesta por su tierra, fue Rafael Quevedo, recientemente fallecido. Rafael fue fundador y promotor del grupo empresarial Proregión en el departamento de La Libertad, desde hace veinte años, en 2004. En 1992, fue reconocido como empresario del año por la Cámara de Comercio y Producción de la región. Egresado de la Universidad Agraria, se dedicó primero a la industria avícola, con gran éxito, llegando a exportar pollos a Rusia durante el gobierno militar. Después, su paso por el agro marcaría un paso histórico en el desarrollo de este, ya que fue uno de los principales impulsores del milagro económico agrícola, cuando desde los años ochenta del siglo pasado, después de un viaje a Israel, introdujo en Perú el riego por goteo, junto con otro pionero, el piurano Javier Arribas Legaz, herramienta que se fundamenta en proporcionar la cantidad de agua exacta que necesitan los cultivos, sin desperdicio alguno, mejorando la productividad del campo; es decir, un manejo de agua eficiente para una producción eficaz. Y fue Guillermo Ganoza Vargas quien lo introdujo a la agricultura para beneficio de todos. Rafael comenzó con los   espárragos al punto de convertirse en el primer exportador de espárragos en la década de 1980. Desde allí arrancó con el Grupo Rocío, y después fundó el grupo Láctea y Laredo dedicado a la inseminación pecuaria.

 

En mis años como embajador de Perú en Hungría logré interesarlo en trasladar desde Hungría al mayor experto vitivinícola del mundo, Andras Lackatos. Quevedo, con gran visión, fue el primero en interesar a esta autoridad en el tema de cultivo de uva, inspirado en las posibilidades de desarrollar el norte peruano como los húngaros y el mismo Lackatos lo habían realizado, lograron éxitos con la uva en Petrolina, en el nordeste brasileño. Hoy que la uva es un boom de exportación en el norte peruano, cabe recordar que fue Rafael Quevedo el primero en apostar por las posibilidades del sembrío de esta.

 

En estos tiempos de desgobierno, crisis institucional y anuncios de tarifazos, el recuerdo de estos dos visionarios, Miguel Checa y Checa y Rafael Quevedo, son fundamentales para poder trazar, desde un empresariado patriótico, el rumbo de nuestro país. La plata no puede dormirse ni la tierra secarse, no debemos permitirlo. El agua no puede correr hacia el mar sin aprovecharse, ni la fuerza de los hombres y su juventud marchitarse, ni las ilusiones y esperanzas de los jóvenes malograrse. Son estos ejemplos de peruanos identificados por su espíritu pionero y visión de país, los que necesitamos en tiempos de crisis: voluntad y trabajo. Como en el tango, ‘eran otros hombres más hombres los nuestros’, y son los que la delicada situación del país demanda.

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