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Inés Carazo / A modo de balance (2 de 2)


El fenómeno de movilización, de “impaciencia ciudadana“ y de reclamos ha explosionado en Perú y también en otros países vecinos como en Bolivia y Chile donde esas movilizaciones han sido de un escala tan masiva que algunos las llamaron “estallido social”. Han promovido plebiscitos y una asamblea constituyente y mostraron el peligro de algunos actos de “vandalismo” tampoco justificables.


Los cambios que se requieren no son maquillaje. se requiere revisar el papel del Estado y del mercado poniendo en el centro a la persona. A inicios de la pandemia hubo dos declaraciones que me parecen relevantes y que reflejan que no hay que tenrle miedo al cambio de modelos de desarrollo.


El Secretario General de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, señaló “No podemos simplemente volver a los sistemas que dieron lugar a la crisis actual. Necesitamos reconstruir mejor, promoviendo sociedades y economías más sostenibles e inclusivas, en las que haya igualdad de género”. 9 de julio de 2020.


El Papa Francisco en su Carta a los Movimientos Populares, el 12 de abril del 2020 ha dicho “Espero que este momento de peligro nos saque del piloto automático, sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la VIDA en el centro. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita un cambio, repensarse, regenerarse”


También vivimos una “revolución tecnológica que afectará el empleo, el futuro del trabajo, la desigualdad en el ingreso. Impactará en la geopolítica y en los marcos éticos» (Director Ejecutivo del WEF Klaus Schwab. «The Fourth Industrial Revolution», EE.UU. 2016).


Esta llamada industria 4.0 que se aceleró en la pandemia está transformando las formas de educarnos, de comprar, de comunicarnos, de convocar a las movilizaciones y debe también transformar las formas de producción pese a que el Perú se considera que esta en promedio en un índice 2,5 (de 5) de madurez industrial. Esta revolución que pone el peso en las empresas agiles y pequeñas es una oportunidad para un Perú con 95% de MyPES y una gran economía campesina familiar.


Los jóvenes peruanos no sólo han salido a las calles, han ganado los premios de las olimpiadas matemáticas o las convocatorias de Huawei o de la Nasa. Están dispuestos al cambio que requiere una sociedad basada en el conocimiento. Si se requieren cambios, tal vez cambios constitucionales, cambiar el modelo. Esto no significa tocar la propiedad ni volver a regímenes que no han funcionado; pero hay que cambiar porque también la sostenibilidad del mundo y el desastre climático y de contaminación que generamos tiene que parar.


Es tarea de todos incluyendo la juventud bicentenaria y los nacidos en la primera mitad del siglo pasado para tener un mundo y un Perú mejor en el inicio de la tercera centuria independiente y orgulloso del rol que tuvo la civilización peruana hace más de 2000 años.


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